lunes, 26 de noviembre de 2012

TE AMARAS A TI MISMO


                                 
“Tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama a tu prójimo, nos predica la Iglesia. Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin embargo es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu felicidad en el momento-presente”. (Wayne Dyer). El amor a los demás está relacionado directamente con el amor que te  tienes a ti mismo”, pero a veces llegamos a suponer que la entrega y rendición total es el mejor camino para demostrar nuestros  sentimientos por el otro.

Quizás en un principio se nos enseño que el hacernos invisibles o simplemente sumarnos a los deseos de aquellas personas que resultan importantes para nosotros, les demostrará lo profundo y honesto de un sentimiento, pretendiendo de esta manera asegurar su permanencia en nuestra vida, utilizándole como una especie de pegamento emocional  que le deja atado  a mí. Esta quimera que ha sobrevivido demasiado tiempo en la memoria colectiva,  se ha convertido en una lección muy bien aprendida y perpetuada,  obteniendo como único resultado el deterioro permanente de cualquier tipo de relación afectiva,  llevándonos así al fracaso de las mismas.

Encontramos que en la teoría del aprendizaje existen diferentes formas de adquirir una enseñanza ,  estableciendo como proceso fundamental para ello la imitación,  entendida esta como la repetición de un proceso observado por el niño, que le llevará a reproducir las normas básicas para desarrollarse en la sociedad a la cual pertenece. Pero ¿qué ocurre cuando estos modelos a imitar resultan nocivos?, ¿Qué sucede cuando estas formas de comportamiento   viciadas dañan su autoestima y confianza?  Los más pequeños suelen imitar las acciones y comportamientos de los adultos ya que nos hemos asegurado  que entiendan “lo correcto es lo dicho por estos” (o al menos eso le hacemos creer).

Es así como en muchas ocasiones y sin proponérselo se envían mensajes indicándoles  un modelo del todo herrado, en el cual su valor como persona será dado por otros,  pues lo que corresponde es complacer a otros (padres, hermanos mayores, tíos, abuelos…. y finalmente pareja), Siendo este el principio de una desacertada vida amorosa, donde muchas veces sacrificamos  el deseo propio para complacer a los demás.

En gran medida este adoctrinamiento comienza en casa, cuando el tutor quizás de manera ingenua, pretende modificar la conducta inadecuada del niño empleando chantajes emocionales con frases desfavorecedoras tales como “si te sigues portando mal, no te voy a querer”, “a los niños malos nadie los quiere”. Este tipo de mensajes resultan devastadores, abrumándoles a tal punto que se  instala en su aparato mental  la nociva percepción de amor = complacencia, resultando de toda esta experiencia un aprendizaje significativo, es decir se convierte en un acto permanente en el cual tenderá a calificarse de acuerdo a la aceptación o rechazo de los demás, siendo  estas ideas normativizadas en su adultez .

Sin embargo dentro de  la teoría del aprendizaje también encontramos  la  Asimilación, la cual considera la posibilidad de un proceso posterior de "olvido", que consiste en la reducción gradual de los significados anteriores. Es decir el “Olvidar” representa la pérdida progresiva de las ideas asimiladas anteriormente (Ausubel). Esto para adquirir un nuevo aprendizaje que remplace al inicialmente impuesto.

Entonces y de acuerdo a esto descubrimos que “Si bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo las aprendiste de la opinión de los adultos, no es cierto que tengas que cargar con ellas para siempre. Sí, es difícil desligarse de las viejas cadenas y limpiar las heridas abiertas, pero es aún más difícil aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental, podrás hacer unas elecciones de amor a ti mismo que te sorprenderán(*)

La idea es construir imágenes mucho más positivas de uno mismo, donde se reconozcan no solo las limitaciones propias del ser humano, si no también el repertorio de fortalezas que se pueden llegar a desarrollar.  El amor a uno mismo quiere decir que te amas a ti mismo; no exiges el amor de los demás. No hay ninguna necesidad de convencer a los demás. Es suficiente contar con la propia aceptación interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista de los demás”. (*)

La meta es enamorarte de la persona más hermosa, más valiosa, más estimulante y atractiva que haya existido jamás: tú


Psic. DENNY ORTIZ N.

(*)Wayne Dyer. Tus zonas erróneas, 2003 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Métodos para Ser Feliz



Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Obsérvalo.)

Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)

Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas.

La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.

Lo importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.

Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.

Cuando somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.

La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar amor-felicidad a manos llenas.

Con sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrás bastante.


Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio.


Extracto del libro:
AUTOLIBERACIÓN INTERIOR
Anthony de Mello

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!