miércoles, 9 de octubre de 2013

Prométete a ti mism@...(*)


Ser tan fuerte que nada pueda perturbar tu paz interior.

Hablar de salud, felicidad y prosperidad, con todas las personas que conozcas.

Lograr que todos tus amig@s sientan que hay algo valioso en ellos.

Mirar el lado luminoso de todas las cosas y hacer que tu optimismo se vuelva realidad.

Pensar sólo en lo mejor, trabajar sólo por lo mejor y esperar sólo lo mejor.

Ser tan entusiasta respecto al triunfo de los otros como del propio. Olvidar los errores del pasado y concentrarte en los grandes logros del futuro.

Tener siempre un semblante alegre y dar una sonrisa a cada criatura viviente con la que te encuentres.

Invertir tanto tiempo en tu mejoramiento que no tengas tiempo para criticar a los demás.

Ser muy grande para lamentarte, muy noble para enojarte y muy feliz para preocuparte.

Pensar bien de ti mism@ y proclamarlo al mundo, no en voz alta pero si en hechos concretos.

Vivir en la fe de que todo el mundo está de tu lado mientras seas fiel a lo mejor que hay en ti mism@.



(*) Christian D. Larson, El Credo Optimista.

¡Escucha los susurros de la vida, contienen importantes lecciones y aprendizajes para continuar avanzando en la travesía de existir!

Libertad Emocional 

martes, 1 de octubre de 2013

Expectativas o Realidad

Un niño sintió que se le rompía el corazón cuando encontró, junto al estanque, a su querida tortuga patas arriba, inmóvil y sin vida.

Su padre hizo cuanto pudo para consolarlo: <<No llores, hijo. Vamos a organizar un precioso funeral por el señor Tortuga. Le haremos un pequeño ataúd forrado en seda y encargaremos una lápida para su tumba con su nombre grabado. Luego le pondremos flores todos los días y rodearemos la tumba con una cerca>>.

El niño se secó las lágrimas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando todo estuvo dispuesto, se formó el cortejo –el padre, la madre, la criada y, delante de todos, el niño- y empezaron a avanzar solemnemente hacia el estanque para llevarse el cuerpo, pero éste había desaparecido.

De pronto, vieron cómo el señor Tortuga emergía del fondo del estanque y nadaba tranquila y gozosamente. El niño, profundamente decepcionado, se quedó mirando fijamente al animal y, al cabo de unos instantes dijo: <<Vamos a matarlo>>. (*)
  
Hace un tiempo atrás me encontré con este relato que me acercó a una de las razones por las cuales tendemos a sufrir en las relaciones de pareja… las expectativas. Estas que nos creamos en nuestra mente bajo la idea que si la otra persona complace nos traerá la felicidad.

Pero la sorpresa que nos depara la vida es que muchas veces ellas no se cumplen y como resultado nos enfadamos, pues la realidad no coincide con nuestros planes.  

Y entonces ¿cómo hacer para que éstas dejen de estropear nuestra felicidad?

Lo que significó un buen comienzo para mí, fue el entender que soy la encargada de mi felicidad y no es el deber de otro ajustarse a mis deseos para hacer más plácida mi existencia, pues eso implicaría que no estaría aceptando lo que realmente esa persona es o tiene para brindarme, sino que condiciono el afecto al cumplimiento de mis requerimientos.

Por otra parte el comprender que como fui yo quien creó las expectativas, son mi responsabilidad y nadie se encuentra obligado satisfacerlas. Reconozco que las emociones generadas me pertenecen y por tanto está en mis manos volverlas a su cauce.

A su vez entendí que si me encuentro frente a una situación indeseable para mi vida, es mejor retirarme. Renuncié a manipular o presionar a la otra persona para que cambie a mi gusto. Reconozco su ser y entiendo que su camino y actuar es diferente, dejándole ir en un acto de amor, que aporta más a mi vida que el sostener una relación en la que esté presente la insatisfacción.

Al mismo tiempo soy consciente que lo que percibo como rechazos o agravios, está directamente ligado a mis miedos e inseguridades y por tanto la experiencia me está brindando la oportunidad de aprender, crecer y mirar las cosas desde otra perspectiva… una mucho más real.

Y finalmente una renuncia a los aprendizajes por saturación para darle la bienvenida a los aprendizajes por comprensión, los primeros son aquellos en donde tomamos las lecciones cuando estamos colmados, mientras que los segundos son los que con mayor discernimiento y en razón del amor propio basamos las decisiones en pro de nuestro bienestar.

No obstante cada tanto se pierde el rumbo, pero el mantenernos atentos a nuestras acciones y los resultados que estamos generando, nos harán retornar con mayor asertividad al camino del equilibrio emocional.


Cuando en realidad no eres tú lo que me importa, sino la sensación que me produce amarte, estoy más cerca de mis expectativas y próximo al sufrimiento, negándome la aceptación de ese ser verdadero y el disfrute del presente.


Psic. Carolina Fandiño García
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!


(*) Extraído de “La oración de la rana”