lunes, 24 de marzo de 2014

CAMBIA LAS MIGAJAS AFECTIVAS POR LA ABUNDACIA DEL AMOR

¿Has considerado que tu relación de pareja no te entrega lo suficiente y sin embargo te quedas? O tal vez ¿Insistes en permanecer al lado de alguien entregando lo mejor de ti, a la espera que algún día este o esta reconozca tu valor?

Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, es muy posible que te encuentres en un camino donde sigues migajas afectivas, que trae consigo más dolor y sufrimiento que felicidad.

Cabe entonces preguntarse, ¿Qué te hace mantener en ese camino?

En mi exploración personal y recorrido profesional he logrado visualizar que el miedo al abandono, las creencias limitadoras, un pobre autoconcepto, además de una baja autoestima, son las razones más reiterativas para que una persona se sostenga en una relación insatisfactoria.

Para ampliar lo anterior, retomaré una a una las razones antes mencionadas, con el fin de facilitar el entendimiento de cómo estas operan y posiblemente propiciar frente a tu situación, un mayor despertar a la consciencia. 

  • Miedo al abandono: Es evidente que frente a experiencias dolorosas, tendamos a desarrollar mecanismos o comportamientos que nos lleven a evitarlas, solo que algunos de estos suelen ser altamente inefectivos cuando negociamos lo innegociable y cedemos aquello que atenta contra nuestro bienestar, dicho en palabras de Tiba Araujo:

“Los que hemos sufrido el dolor del abandono o desamor en algún momento de la vida (incluyendo la infancia) buscamos con desesperación un amor estable y duradero. El miedo a enfrentar de nuevo el suplicio del abandono nos lleva a negociar nuestra dignidad por migajas de afecto…

  •  Creencias limitadoras: Las creencias generan emociones y las emociones acciones, es entonces que si piensas “por amor se debe sufrir y entregarlo todo”, “no encontraré alguien más que me ame”, “solo te enamoras una vez en la vida”, además de otras ideas limitantes, actuarás conforme a ellas y buscarás experiencias que las refuercen para mantenerte en tu convicción.

  •  Pobre autoconcepto y baja autoestima: El autoconcepto y la autoestima son construidos a lo largo de tu historia de vida, a partir de lo que piensas y sientes acerca de ti mismo. Infortunadamente nuestra cultura nos invita a volcarnos hacia afuera, más que al crear una relación con nosotros mismos. 
Así pues es bien visto, pensar más en los otros, disimular virtudes, evitar el autoelogio, complacer a los demás, y en un intento por “dejar afuera el egoísmo excesivo, no hemos dejado entrar el amor propio” (1)

Frente a este panorama, te planteo algunas herramientas que podrán servirte para construir una nueva senda donde el amor abunde y prospere:

1. Aprende a vivir en el aquí y en ahora, suelta tu pasado y saca de él lo mejor preguntándote ¿para qué a mí?, dejando de lado el ¿por qué a mí?

2. Asume el protagonismo de tu vida, antes de tomar una decisión pregúntate ¿esta alternativa me traerá paz y bienestar?

3. ¡Identifica tus creencias limitantes y replantéalas!, si por ejemplo tienes la creencia “no encontraré alguien más que me ame”, cámbiala por una creencia que te potencie, “en mi vida existen personas que me aman”. Siguiente paso, encuentra experiencias y/o hechos que la sustenten y actúa conforme al nuevo planteamiento.   

4. Visualiza la relación de pareja que te gustaría vivir, aquello en lo que enfocas tu atención, crece y se magnifica.

5. El amor empieza por casa, se flexible contigo, revisa si tus estándares son acordes a la realidad, concédete cumplidos, celebra tus pequeñas victorias, saca tiempo para ti. Ten presente: “Cuando las personas no se consideran dotadas de grandes valores y no tienen vida personal, no se sienten en magnífica compañía consigo mismas" (2)

Eres hacedor y hacedora de tu vida, con cada paso que das tienes la posibilidad de reescribir tu historia y recuerda, solo aceptamos el amor que creemos merecer.


Psic. Carolina Fandiño García

(1) Walter Riso, Aprendiendo a quererse a sí mismo. 1996.
(2) María Cecilia Betancourt, Un amor que sirva o un adiós que libere. 2006.