martes, 5 de noviembre de 2013

MASOQUISMO Y SADISMO MORAL


En esta ocasión contamos con una escritora invitada, la Psicóloga Astrid Sarmiento, quien nos trae una reflexión que invita a vencer el miedo a la libertad. ¡Deseamos les aporte!

“Ella lo vio partir, creía que todo había terminado. Los cuatro años de relación habían sido relativamente buenos, excepto el último, ese fue diferente. Como toda pareja, tuvieron momentos teñidos de felicidad y desazón, fue esa mezcla exacta de la realidad: la conjugación de lo dulce y amargo, de tocar el cielo y el infierno con las emociones alteradas de placer y dolor.  - Nada es perfecto- Pensó.
Con cabeza fría y café en mano recordó aquellos 365 días; un reloj en reversa marcaba 8.760 horas dibujando ante sus ojos el detonante de la separación. Lágrimas recorrían las pálidas y marcadas mejillas de una mujer deshecha; los labios, secos y temblorosos simplemente alcanzaron a pronunciar el eco de un sentimiento ahogado: -¡Lo hice!
Su estómago, como si hospedara abejas asesinas se revolvía de solo pensar en el coraje que alimentó durante ese tiempo, a la vez que un álbum fotográfico plasmaba en la mente sucesos tormentosos en tonos blanco y negro porque así habían sido, experiencias negras llenas de sufrimiento con el débil blanco de una esperanza de cambio. Logró mantener por pequeños instantes aquel ¡Ya basta!
Aclarando mente y garganta ratificó la decisión; sabía que en sus manos estaba la oportunidad de librar la batalla hacia la libertad, pues ya no confiaba en las promesas de aquel que la humillaba, vulneraba y le hacía sentir impotente fingiendo al día siguiente amnesia a conveniencia. Alguno de los dos tenía que cortar aquel cordón umbilical viciado que estrangulaba el amor propio, atándoles insanamente a costa del abandono de la independencia del yo.
Respiró profundo y pensó en su madre, en aquellas enseñanzas sobre el amor eterno y de llevar el yugo a costa de las pruebas que la vida pone en el camino. Sintió algo de pena. -No en vano la sociedad ejerce influencia en los actos personales. Musitó.
Resolvió dejar la mente en blanco arrinconando las recriminaciones al borde de la conciencia, y aunque volvió a experimentar una soledad insoportable y debilitante ya lo había decidido; su voz, entrecortada por el cansancio de una lucha interna expresó otra vez la hazaña: -Esta vez sí que lo hice, de nuevo.”   (Astrid V. S)
El psicólogo Erich Fromm desarrolló una interesante idea en su libro “Miedo a la Libertad” (*): La libertad se relaciona con la noción que tenemos de nosotros como entidades escindidas e independientes del mundo, pero el hombre puede valerse de unos mecanismos para rehuirla pues teme la soledad.
A medida que se crece, se adquiere dicha noción de individualidad, pero se experimenta a la vez un sentimiento de soledad frente a un mundo amenazante que trae consigo responsabilidades y sentimientos abrumadores de duda frente al rol a desempeñar.
Si esa inseguridad prevalece, se renuncia a la libertad positiva donde se establecen vínculos con el mundo desde el afecto y expresión eficaz de sus facultades intelectivas y emocionales por un abandono de la libertad afectando la comunicación entre el yo individual y mundo quedando sumidos en la soledad.
Frente al abandono de la libertad se desarrollan unos mecanismos para soportar esa soledad, ejemplo el autoritarismo, definido como la “tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien, exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece” (Fromm, p.177)
Este mecanismo se expresa en las conductas masoquistas bajo sentimientos de impotencia, inferioridad y dependencia a agentes externos yendo en detrimento de lo que realmente se quiere y en conductas sádicas humillando y sometiendo a conveniencia el objeto de amor, substrayéndole cualidades intelectuales y sensitivas. Ambos, el masoquista y sádico dependen de ese otro para sentirse seguros y reafirmados. Lo anterior lo expresa este ejemplo:
“Un hombre puede dispensar a su mujer un trato típicamente sádico (…) Pero si la mujer consigue reunir bastante valor como para anunciarle que está dispuesta a abandonarlo, el marido (…) rogará que no lo abandone (…) como ella tiene miedo de mantenerse firme, se inclinará a creerle y a quedarse modificando su decisión. Desde este momento la comedia vuelve a empezar.” (Fromm, p. 181-182)
Entonces confrontándonos con lo anterior ¿Evadimos la libertad y al sentirnos solos necesitamos de otro para enfrentar el mundo? Y ¿lo estamos haciendo bajo estos caracteres de sumisión y dominación? Si es así, nuestra relación está construida bajo una simbiosis afectiva (**), una dependencia insana hacia ese otro que creemos no poder abandonar evitando así la trágica soledad. Y es esa trágica y negativa percepción de la soledad la que nos impulsa aferrarnos cueste lo que cueste, diluyéndonos y anulándonos como personas únicas y valiosas.
El temor a sentirnos solos puede conllevarnos a vender nuestra libertad al precio de una relación que no nutre, un amor que como droga brinda una felicidad ilusoria y adictiva destinándonos al eterno retorno. Ciertamente este tipo de relación tóxica torna el vínculo en sufrimiento, un goce que sacrifica la independencia del yo obstruyendo el establecimiento de relaciones sanas y soslayando el desarrollo pleno y satisfactorio necesario para la salud emocional.
Aprender a reconocerse como un ser independiente que no necesita fundirse en otro para dar sentido a la existencia, soltándolo y soltándose uno mismo para fluir como pareja en libertad, garantizarán una relación cimentada en el respeto que deja de lado el sometimiento y humillación que tanto afecta el amor propio y la autoestima de la pareja.
 (*)  FROMM. Erich. Miedo a la Libertad. Argentina: Editorial Paidos.
(**) Secundaria en este caso, en donde la relación de pareja tiende a ser dependiente.

Autora
Psic. Astrid V. Sarmiento                                                                            



6 comentarios:

  1. Cuando cierto y real es.... si esto lo hubiese sabido, almenos aún y sería virgen!

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    1. Solo podemos actuar y responder ante las situaciones acorde a los conocimientos y consciencia que de momento tenemos, la clave es liberarnos de la culpa y concentrarnos en los aprendizajes que nos ofrecen las situaciones para poder tomar en una próxima ocasión, decisiones más asertivas. Recuerda preguntarte siempre el para qué de lo vivido y no el por qué.

      Abrazos Luminosos!!

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  2. Es tan cierto ésto, creo a muchas mujeres nos pasa esa situación, de querer a alguien pero saber que nos hace daño y seguir ahí como buenas masoquistas. Muy bien redactado el artículo.

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    1. Adriana gracias por tu comentario. Muchas veces lo que nos hace también permanecer en relaciones insanas son los conceptos errados que tenemos sobre el amor, donde este se encuentra asociado al sufrimiento y el sacrificio, convencidos que entre más duele es por que más afecto se tiene. La invitación es a realizar un cambio de paradigmas y disponernos a vivir el amor desde el bienestar.

      Abrazos Luminosos!!

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  3. Es lo mas real y verídico que he leído en este ultimo tiempo. A veces aceptamos humillaciones sin darnos cuenta que lo son: las relaciones entonces se vuelven de dependencia total, cuando quieres dejar todo el otro te suplica que no lo hagas, por ese miedo a " quedarse solo" .
    Relaciones que terminar tormentosas, enfermas, con mucho dolor.

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    1. Gracias por tu comentario!! Nuestra propuesta apunta a lo que tu mencionas, ayudar a liberarse de la dependencia emocional y construir relaciones orientadas hacia el bienestar y el amor.

      Abrazos luminosos!!

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