miércoles, 13 de noviembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
MASOQUISMO Y SADISMO MORAL
En esta ocasión contamos con una escritora invitada, la
Psicóloga Astrid Sarmiento, quien nos trae una reflexión que invita
a vencer el miedo a la libertad. ¡Deseamos les aporte!
“Ella lo vio partir, creía que todo había
terminado. Los cuatro años de relación habían sido relativamente buenos, excepto
el último, ese fue diferente. Como toda pareja, tuvieron momentos teñidos de felicidad
y desazón, fue esa mezcla exacta de la realidad: la conjugación de lo dulce y amargo,
de tocar el cielo y el infierno con las emociones alteradas de placer y dolor. - Nada es perfecto- Pensó.
Con cabeza fría y café
en mano recordó aquellos 365 días; un reloj en reversa marcaba 8.760 horas
dibujando ante sus ojos el detonante de la separación. Lágrimas recorrían las
pálidas y marcadas mejillas de una mujer deshecha; los labios, secos y
temblorosos simplemente alcanzaron a pronunciar el eco de un sentimiento
ahogado: -¡Lo hice!
Su estómago, como si hospedara
abejas asesinas se revolvía de solo pensar en el coraje que alimentó durante ese
tiempo, a la vez que un álbum fotográfico plasmaba en la mente sucesos tormentosos
en tonos blanco y negro porque así habían sido, experiencias negras llenas de
sufrimiento con el débil blanco de una esperanza de cambio. Logró mantener por
pequeños instantes aquel ¡Ya basta!
Aclarando mente y
garganta ratificó la decisión; sabía que en sus manos estaba la oportunidad de
librar la batalla hacia la libertad, pues ya no confiaba en las promesas de
aquel que la humillaba, vulneraba y le hacía sentir impotente fingiendo al día
siguiente amnesia a conveniencia. Alguno de los dos tenía que cortar aquel
cordón umbilical viciado que estrangulaba el amor propio, atándoles insanamente
a costa del abandono de la independencia del yo.
Respiró profundo y
pensó en su madre, en aquellas enseñanzas sobre el amor eterno y de llevar el
yugo a costa de las pruebas que la vida pone en el camino. Sintió algo de pena.
-No en vano la sociedad ejerce influencia en los actos personales. Musitó.
Resolvió dejar la
mente en blanco arrinconando las recriminaciones al borde de la conciencia, y
aunque volvió a experimentar una soledad insoportable y debilitante ya lo había
decidido; su voz, entrecortada por el cansancio de una lucha interna expresó
otra vez la hazaña: -Esta vez sí que lo hice, de nuevo.” (Astrid
V. S)
El psicólogo Erich Fromm desarrolló una interesante
idea en su libro “Miedo a la Libertad” (*):
La libertad
se relaciona con la noción que tenemos de nosotros como entidades escindidas e
independientes del mundo, pero el hombre puede valerse de unos mecanismos para
rehuirla pues teme la soledad.
A medida que se crece, se adquiere dicha noción de individualidad,
pero se experimenta a la vez un sentimiento de soledad frente a un mundo amenazante que trae consigo
responsabilidades y sentimientos abrumadores de duda frente al rol a desempeñar.

Frente al abandono de la libertad se desarrollan unos mecanismos para soportar esa soledad, ejemplo
el autoritarismo, definido
como la “tendencia a abandonar la
independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien,
exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual
carece” (Fromm, p.177)
Este mecanismo se expresa en las conductas masoquistas
bajo sentimientos de impotencia, inferioridad y dependencia a agentes externos
yendo en detrimento de lo que realmente se quiere y en conductas sádicas
humillando y sometiendo a conveniencia el objeto de amor, substrayéndole
cualidades intelectuales y sensitivas. Ambos, el masoquista y sádico dependen
de ese otro para sentirse seguros y reafirmados. Lo anterior lo expresa este
ejemplo:
“Un hombre puede
dispensar a su mujer un trato típicamente sádico (…) Pero si la mujer consigue
reunir bastante valor como para anunciarle que está dispuesta a abandonarlo, el
marido (…) rogará que no lo abandone (…) como ella tiene miedo de mantenerse
firme, se inclinará a creerle y a quedarse modificando su decisión. Desde este
momento la comedia vuelve a empezar.” (Fromm, p.
181-182)
Entonces confrontándonos con lo anterior ¿Evadimos la
libertad y al sentirnos solos necesitamos de otro para enfrentar el mundo? Y
¿lo estamos haciendo bajo estos caracteres de sumisión y dominación? Si es así,
nuestra relación está construida bajo una simbiosis afectiva (**), una dependencia insana hacia ese
otro que creemos no poder abandonar evitando así la trágica soledad. Y es esa
trágica y negativa percepción de la soledad la que nos impulsa aferrarnos cueste
lo que cueste, diluyéndonos y anulándonos como personas únicas y valiosas.
El temor a sentirnos solos puede conllevarnos a vender
nuestra libertad al precio de una relación que no nutre, un amor que como droga
brinda una felicidad ilusoria y adictiva destinándonos al eterno retorno. Ciertamente
este tipo de relación tóxica torna el vínculo en sufrimiento, un goce que
sacrifica la independencia del yo obstruyendo el establecimiento de relaciones
sanas y soslayando el desarrollo pleno y satisfactorio necesario para la salud
emocional.
Aprender a reconocerse como un ser independiente que
no necesita fundirse en otro para dar sentido a la existencia, soltándolo y
soltándose uno mismo para fluir como pareja en libertad, garantizarán una relación
cimentada en el respeto que deja de lado el sometimiento y humillación que
tanto afecta el amor propio y la autoestima de la pareja.
(*) FROMM.
Erich. Miedo a la Libertad. Argentina: Editorial Paidos.
(**) Secundaria en este caso,
en donde la relación de pareja tiende a ser dependiente.
Autora
Psic. Astrid V. Sarmiento
miércoles, 9 de octubre de 2013
Prométete a ti mism@...(*)
Ser tan fuerte que
nada pueda perturbar tu paz interior.
Hablar de salud,
felicidad y prosperidad, con todas las personas que conozcas.
Lograr que todos tus
amig@s sientan que hay algo valioso en ellos.
Mirar el lado
luminoso de todas las cosas y hacer que tu optimismo se vuelva realidad.
Pensar sólo en lo
mejor, trabajar sólo por lo mejor y esperar sólo lo mejor.
Ser tan entusiasta
respecto al triunfo de los otros como del propio. Olvidar los errores del
pasado y concentrarte en los grandes logros del futuro.
Tener siempre un
semblante alegre y dar una sonrisa a cada criatura viviente con la que te
encuentres.
Invertir tanto tiempo
en tu mejoramiento que no tengas tiempo para criticar a los demás.
Ser muy grande para
lamentarte, muy noble para enojarte y muy feliz para preocuparte.
Pensar bien de ti
mism@ y proclamarlo al mundo, no en voz alta pero si en hechos concretos.
Vivir en la fe de que
todo el mundo está de tu lado mientras seas fiel a lo mejor que hay en ti
mism@.
(*) Christian D. Larson, El Credo Optimista.
¡Escucha
los susurros de la vida, contienen importantes lecciones y aprendizajes para
continuar avanzando en la travesía de existir!
Libertad
Emocional
martes, 1 de octubre de 2013
Expectativas o Realidad
Un niño sintió que se le
rompía el corazón cuando encontró, junto al estanque, a su querida tortuga
patas arriba, inmóvil y sin vida.
Su padre hizo cuanto
pudo para consolarlo: <<No llores, hijo. Vamos a organizar un precioso funeral
por el señor Tortuga. Le haremos un pequeño ataúd forrado en seda y
encargaremos una lápida para su tumba con su nombre grabado. Luego le pondremos
flores todos los días y rodearemos la tumba con una cerca>>.
El niño se secó las
lágrimas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando todo estuvo dispuesto, se
formó el cortejo –el padre, la madre, la criada y, delante de todos, el niño- y
empezaron a avanzar solemnemente hacia el estanque para llevarse el cuerpo,
pero éste había desaparecido.
De pronto, vieron cómo
el señor Tortuga emergía del fondo del estanque y nadaba tranquila y
gozosamente. El niño, profundamente decepcionado, se quedó mirando fijamente al
animal y, al cabo de unos instantes dijo: <<Vamos a matarlo>>. (*)
Hace un tiempo atrás me
encontré con este relato que me acercó a una de las razones por las cuales
tendemos a sufrir en las relaciones de pareja… las expectativas. Estas que nos
creamos en nuestra mente bajo la idea que si la otra persona complace nos
traerá la felicidad.
Pero la sorpresa que nos
depara la vida es que muchas veces ellas no se cumplen y como resultado nos
enfadamos, pues la realidad no coincide con nuestros planes.
Y entonces ¿cómo hacer
para que éstas dejen de estropear nuestra felicidad?
Lo que significó un buen
comienzo para mí, fue el entender que soy la encargada de mi felicidad y no es
el deber de otro ajustarse a mis deseos para hacer más plácida mi existencia,
pues eso implicaría que no estaría aceptando lo que realmente esa persona es o
tiene para brindarme, sino que condiciono el afecto al cumplimiento de mis
requerimientos.
Por otra parte el comprender
que como fui yo quien creó las expectativas, son mi responsabilidad y nadie se
encuentra obligado satisfacerlas. Reconozco que las emociones generadas me
pertenecen y por tanto está en mis manos volverlas a su cauce.
A su vez entendí que si
me encuentro frente a una situación indeseable para mi vida, es mejor
retirarme. Renuncié a manipular o presionar a la otra persona para que cambie a
mi gusto. Reconozco su ser y entiendo que su camino y actuar es diferente,
dejándole ir en un acto de amor, que aporta más a mi vida que el sostener una
relación en la que esté presente la insatisfacción.
Al mismo tiempo soy
consciente que lo que percibo como rechazos o agravios, está directamente
ligado a mis miedos e inseguridades y por tanto la experiencia me está
brindando la oportunidad de aprender, crecer y mirar las cosas desde otra
perspectiva… una mucho más real.
Y finalmente una
renuncia a los aprendizajes por saturación para darle la bienvenida a los
aprendizajes por comprensión, los primeros son aquellos en donde tomamos las
lecciones cuando estamos colmados, mientras que los segundos son los que con
mayor discernimiento y en razón del amor propio basamos las decisiones en pro
de nuestro bienestar.
No obstante cada tanto
se pierde el rumbo, pero el mantenernos atentos a nuestras acciones y los
resultados que estamos generando, nos harán retornar con mayor asertividad al
camino del equilibrio emocional.
Cuando en realidad no
eres tú lo que me importa, sino la sensación que me produce amarte, estoy más
cerca de mis expectativas y próximo al sufrimiento, negándome la aceptación de
ese ser verdadero y el disfrute del presente.
Psic. Carolina Fandiño García
¡Rompiendo Cadenas,
Extendiendo Alas!
(*) Extraído de “La oración
de la rana”
lunes, 26 de noviembre de 2012
TE AMARAS A TI MISMO
“Tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí
mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama a tu prójimo, nos predica
la Iglesia. Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin
embargo es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu
felicidad en el momento-presente”. (Wayne Dyer). “El amor a los demás está relacionado
directamente con el amor que te tienes a
ti mismo”, pero a veces llegamos a suponer que la entrega y rendición
total es el mejor camino para demostrar nuestros sentimientos por el otro.
Quizás en un principio se nos enseño que el hacernos
invisibles o simplemente sumarnos a los deseos de aquellas personas que
resultan importantes para nosotros, les demostrará lo profundo y honesto de un
sentimiento, pretendiendo de esta manera asegurar su permanencia en nuestra
vida, utilizándole como una especie de pegamento emocional que le deja atado a mí. Esta quimera que ha
sobrevivido demasiado tiempo en la memoria colectiva, se ha convertido en una lección muy bien
aprendida y perpetuada, obteniendo como
único resultado el deterioro permanente de cualquier tipo de relación afectiva,
llevándonos así al fracaso de las mismas.
Encontramos que en la teoría
del aprendizaje existen diferentes formas de adquirir una enseñanza , estableciendo como proceso fundamental para ello
la imitación,
entendida esta como la repetición de
un proceso observado por el niño, que le llevará a reproducir las normas
básicas para desarrollarse en la sociedad a la cual pertenece. Pero ¿qué ocurre
cuando estos modelos a imitar resultan nocivos?, ¿Qué sucede cuando estas
formas de comportamiento viciadas dañan su autoestima y confianza? Los más pequeños suelen imitar las acciones y
comportamientos de los adultos ya que nos hemos asegurado que entiendan “lo correcto es lo dicho por estos” (o al menos eso le hacemos
creer).
Es así como en muchas ocasiones
y sin proponérselo se envían mensajes indicándoles un modelo del todo herrado, en el cual su valor
como persona será dado por otros, pues lo que corresponde es complacer a otros (padres, hermanos mayores, tíos,
abuelos…. y finalmente pareja), Siendo este el principio de una desacertada
vida amorosa, donde muchas veces sacrificamos
el deseo propio para complacer a los
demás.
En gran
medida este adoctrinamiento comienza en casa, cuando el tutor quizás de
manera ingenua, pretende modificar la conducta inadecuada del niño empleando
chantajes emocionales con frases desfavorecedoras tales como “si te sigues
portando mal, no te voy a querer”, “a los niños malos nadie los quiere”. Este tipo
de mensajes resultan devastadores, abrumándoles a tal punto que se instala en su aparato mental la nociva percepción de amor = complacencia, resultando
de toda esta experiencia un aprendizaje significativo, es decir se convierte en
un acto permanente en el cual tenderá a calificarse de acuerdo a la aceptación
o rechazo de los demás, siendo estas ideas
normativizadas en su adultez .
Sin embargo dentro de la
teoría del aprendizaje también encontramos la Asimilación, la cual considera la posibilidad
de un proceso posterior de "olvido", que consiste en la reducción gradual de los
significados anteriores. Es decir el “Olvidar” representa la pérdida
progresiva de las ideas asimiladas anteriormente (Ausubel). Esto para
adquirir un nuevo aprendizaje que remplace al inicialmente impuesto.
Entonces y de acuerdo a esto descubrimos que “Si bien es cierto que tus primeras ideas
respecto a ti mismo las aprendiste de la opinión de los adultos, no es cierto
que tengas que cargar con ellas para siempre. Sí, es difícil desligarse de las
viejas cadenas y limpiar las heridas abiertas, pero es aún más difícil
aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto implica. Con un
poco de práctica y entrenamiento mental, podrás hacer unas elecciones de amor a
ti mismo que te sorprenderán”(*)
La idea es construir imágenes mucho más positivas de uno
mismo, donde se reconozcan no solo las limitaciones propias del ser humano, si
no también el repertorio de fortalezas que se pueden llegar a desarrollar. “El amor
a uno mismo quiere decir que te amas a ti mismo; no exiges el amor de los
demás. No hay ninguna necesidad de convencer a los demás. Es suficiente contar
con la propia aceptación interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista
de los demás”. (*)
La meta es enamorarte de la persona más
hermosa, más valiosa, más estimulante y atractiva que haya existido jamás: tú
Psic. DENNY ORTIZ N.
(*)Wayne Dyer. Tus zonas erróneas, 2003
sábado, 17 de noviembre de 2012
Métodos para Ser Feliz
Darte
cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el
motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte
cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás
molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú
te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más
personal y escondido. Obsérvalo.)
Darte
cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un
hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo.
(Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la
realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)
Solemos
echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras
reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados,
que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a
tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas.
La
cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho
siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender:
honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena
fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que
nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.
Lo
importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en
esa programación que actuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi
parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto. Hay que
despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino
tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te
encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.
Lo
cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el
amor, la felicidad, el gozo.
Cuando
somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que
somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí
mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad,
que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.
La
vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y
potencial para desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden
disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te
impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor?
Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues
tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la
bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de
ser feliz, sino de dar amor-felicidad a manos llenas.
Con
sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende
de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar
esto y comprenderlo, ya tendrás bastante.
Lo
más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin
engañarse, porque ver significa cambio.
Extracto del libro:
AUTOLIBERACIÓN INTERIOR
Anthony de Mello
Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!
martes, 30 de octubre de 2012
Amor significa Libertad: Romper las cadenas emocionales
El amor tiende siempre a ir más
lejos, pero tiene un límite, el que,
sobrepasado, lo
torna en odio.
Simone Weü
En
cuestiones de amor y de establecimiento de relaciones, deben de existir
límites, donde podamos permanecer sin ataduras ni temores, sin renunciar a
nuestro Ser, ni a nuestra libertad.
Es por
esto que en esta ocasión, traemos a ustedes un escrito de Jaime Jaramillo
(2012), quien aborda el miedo como uno de los factores que inciden
negativamente en la relaciones y contribuyen a mantener el sufrimiento
estancado.
¡Deseamos te aporte para la
construcción de tu Libertad Emocional!
“El verdadero enemigo de las
relaciones es el miedo, que nos roba la tranquilidad interior y nos lleva a
dejar de ser nosotros mismos para complacer a otros y es allí donde encontramos
la tristeza y la soledad. El amor significa libertad.
1
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Una pareja de indios que se amaban
locamente y tenían mucho miedo de perder ese amor fueron adonde el hechicero de
la tribu para que les preparara un bebedizo mágico que les asegurara el amor
eterno. El chaman les dijo: “Les puedo preparar esa pócima, pero antes cada uno
debe de ir solo a cazar un halcón y un águila, sin hacerles daño y traerlos
vivos. La india traerá al halcón y el fuerte joven el águila real”. A la semana
los dos jóvenes regresaron, creyendo que esas preciosas aves que habían cazado
iban a ser sacrificadas para extraer si sangre y preparar el antídoto mágico,
pero para sorpresa de ellos, el anciano aseguró: “Amárrenlas una a la pata de
la otra con un lazo de cuero y suéltenlas. La pareja de enamorados obedeció. En
medio de la polvareda que hicieron las dos aves, tratando de levantar vuelo,
cayeron varias veces al piso y desesperadas por no poder volar libremente,
arremetieron violentamente contra ellas a picotazos, lastimándose y haciéndose
mucho daño mutuamente. Después de que ellos, aterrados, vieron lo que sucedió,
el hechicero expresó: “En el amor no se puede tener al otro amarrado, porque
terminarán al igual que estas aves; por eso, no se arrastren por el piso, abran
sus alas y vuelen juntos en algunas partes del camino, pero libres como el
viento”.
2
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No hay nada más frustrante y opuesto
al amor que el miedo implacable que invade, destruye y nos roba la paz
interior. Es precisamente ese miedo latente al fracaso, a sentirse rechazado o
no querido, el que lleva a muchas personas a estados deplorables de mendicidad,
haciendo que se arrastren ante el otro. Cuando esto sucede, aquella relación se
convierte en un infierno viviente, ya que esa extorsión y manipulación vienen
del miedo y no del amor y hace que esa persona termine haciendo cosas que nunca
quiso hacer ni decir. Por eso, cuando te sacrificas y dejas de ser lo que eres
y complacer a esa persona amada, lo único que encontrarán es sufrimiento.
3
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Muchas veces existe tanto miedo a
levantar la cabeza y retirarse dignamente de ese campo de batalla, en el que
reinan la indiferencia y el desamor, que se prefiere continuar soportando la
situación, llegando a un desgaste emocional inmenso, cuando el otro, movido por
la culpa y la lástima, sintiéndose extorsionado, empieza a tratar de salir de
allí sin ocasionar tanto daño y sufrimiento, llevándolo a jugar ese tire y
afloje compulsivo que no hace nada bien. Esto convierte tu vida en una
monotonía que te quita tu espontaneidad, la capacidad de crear y disfrutar
nuevas situaciones, robándote la alegría y el poder de elegir con libertad lo
que quieres.”
¡Te invito entonces a disfrutar de la
belleza exótica de la soledad y a no apegarte a nada ni nadie!
Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo
Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!
miércoles, 10 de octubre de 2012
“Soledad constructiva” una perspectiva diferente a la de “Sentirse solos”
En cuanto escuchamos la palabra soledad, inmediatamente pensamos en fracaso o desesperanza, haciendo lo necesario para abandonar esta experiencia percibida como nociva, llenándonos de terror que en ocasiones, contribuye a mantenernos en relaciones mal sanas o saltar de una relación a otra. Es entonces que el concepto de soledad nos ha sido propuesto como un estado a evitar y nunca enseñado como un espacio de construcción personal.
De acuerdo con la Psicoterapia Racional Emotiva de Albert Ellis, las emociones que sentimos con respecto a la soledad, no son consecuencia de los acontecimientos que vivimos o las personas con las que tratamos, sino de los pensamientos o ideas que nos formamos a propósito de esos acontecimientos.
Así pues, si cambiamos nuestros pensamientos o conceptos respecto a la soledad, cambiaremos la manera en que la asumimos, donde dejará de ser entendida como la ausencia del otro, para pasar a ser concebida como la presencia de uno mismo.
En esta línea, la propuesta de Gloria Mercedes Escobar en su libro Desatando el nudo (2006), nos presenta la soledad como un proceso constructivo y de integración con nuestro ser:
“Entre soledad y sentirse solos, la diferencia consiste en los efectos, mientras la primera es constructiva y nos ayuda permanentemente al crecimiento personal, la segunda se convierte en un obstáculo, inclusive, para vivir.
La soledad constructiva hace referencia a la capacidad de estar solo y aprovechar esta condición para estructurarse a sí mismo, conocerse y aceptarse; de esta manera la soledad no es deteriorante. Quien sabe estar solo es quien posee las mejores condiciones para estar y compartir con otros, sin la característica alienante de la dependencia o la necesidad; quien sabe disfrutar de la soledad, se responsabiliza de su propia vida, de sus necesidades y cuando llega a convivir con alguien sabe respetar los límites y los derechos y, al tiempo sabe compartir la intimidad y ofrecer buena compañía.
La persona que ha aprendido a estar sola y a disfrutarlo, yo no se sentirá sola ni siquiera en momentos difíciles; estas personas tienen capacidad para la libertad, se sientes seguras, tienen dominio del ambiente, autoestima elevada, autonomía y, en resumen, una muy buena integración del “yo”, después de haber resuelto las sombras de nuestros procesos vitales.
La soledad es una sensación íntima, propia y profunda de ser uno mismo, inherente a nuestra condición humana y en la cual sentimos, sufrimos, pensamos y decidimos; solos nacemos; solos vivimos y solos morimos.
La cultura y la educación familiar y escolar impartidas, nos hacen percibir la soledad como una condición negativa, desagradable y temerosa; nos enseñan que tiene que ver con falta de algo o de alguien, por eso buscamos compañía sin importar la calidad de la misma; establecemos relaciones inmaduras, justificadas solo por: “te amo porque te necesito” o “te amo porque me amas”. El temor a la pérdida es miedo a la soledad…
…la soledad es constructiva cuando en ella tomamos contacto personal y crecemos en lugar de llenar los vacios y resolver las sombras con el apego a personas, animales, situaciones o trabajo. Experimentar la soledad sin miedo nos ayuda a aprender a raíz de las experiencias y obtener satisfacciones, valor y confianza, respeto a sí mismo y a la vida, aumentando la capacidad de asumir riesgos.
Asumir la soledad como parte fundamental de la vida sin la cual no podemos ser sanos y productivos implica antes de ello realizar una serie de procesos personales que podemos lograr solos o acompañados por un terapeuta; algunos de ellos son:
· Desmitificar el miedo
· Aprender a expresar sentimientos
· Darse cuenta del propio interior y exterior
· Desarrollar límites
· Auto responsabilidad
· Identificar necesidades propias en orden de prioridad y darles solución
· Aprovechar el tiempo libre para el ocio, la meditación, la relajación, la contemplación, el juego, los paseos
…Cuando no tememos contacto interior, tenemos poca energía para afrontar el mundo exterior, nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nosotros y nuestro sistema de defensas decae. Esto sólo lo podemos resolver permitiéndonos la debilidad, reconociendo nuestra vulnerabilidad y dejando de escondernos como lo hicimos hasta ahora; así podremos aprender a correr riesgos, a afirmarnos y podremos ser respetados”.
En los procesos de cambio personal se persigue cambiar lo que podemos cambiar y aceptar lo que no podemos cambiar
Psic. Carolina Fandiño G.
Psic. Denny Ortiz N.
sábado, 1 de septiembre de 2012
Medias Naranjas VS Naranjas Enteras
El origen de la expresión “media naranja” data de la mitología griega, donde el poeta de comedias Aristófanes en la obra de Platón llamada "El Banquete”, cuenta que, en un principio, la raza humana era esférica como naranjas, tenían dos caras opuestas sobre una misma cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando.
Pero un día, su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos, por lo que Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con su rayo. A partir de ese momento, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, condenados a buscar entre sus semejantes a su media naranja con la que unirse en abrazos que los hagan más "completos".
Partiendo de esta historia se sentaron algunas de nuestras insanas creencias a cerca del amor. Nos convencimos y aprendimos a sentirnos personas a medias, que necesitan de un otro para dejar de ser una mitad.
¿Pero acaso será cierto esto? ¿Somos solo la fracción de algo, que no será feliz hasta encontrar la parte que hace falta?
Vale la felicidad (no la pena) cuestionarse y pensar si verdaderamente no somos más que medias naranjas, que vagamos por el mundo en busca de nuestra “alma gemela”.
Vale la felicidad, revelarse contra los conceptos afectivos trastornados, socialmente aceptados y aprehender a construir una nueva realidad, en la que nos visualicemos ya como Seres Completos, naranjas enteras capaces de auto-generar nuestro bienestar, sin que este dependa de la presencia de un otro.
En consonancia con ésta premisa, se encuentran los siguientes párrafos de Mario Alonso Madrigal, de su escrito Extrañando a Dina:
“Debo valorar mi propia compañía antes de recibir la de otros, para así no perderme por encontrar a alguien.
Caminaré conmigo a través de mi soledad que en realidad es compañía, y cuando me encuentre acompañado recordaré que siempre estoy solo.
No volveré a confundir compañía con cercanía y mucho menos con felicidad, porque cometería el gran error de ver la soledad como sinónima de tristeza.
Dejaré de considerar la compañía y la soledad como un objetivo o algo a evitar, sino como momentos que la vida me ofrece; con la misma disposición que acepte uno, aceptaré el otro. De esa manera, nadie me engañará brindándome falsa compañía.”
Es entonces, que cuando aprendamos a vernos como personas completas, dejaremos de vincularnos desde el vacío y la necesidad, entenderemos que las relaciones de pareja, no son la fuente para encontrar el amor, sino que son un medio para expresar el afecto que ya existe en nosotros.
El responsabilizarnos de nuestra propia vida y felicidad, nos permitirá asumir la búsqueda de esa media naranja como un viaje interno, una exploración continua que nos llevará al autoconocimiento y al descubrirnos como seres independientes y sanos.
Así pues, el vernos como naranjas enteras será un paso más hacia la Autodependencia, y aunque, parafraseando a Jorge Bucay, si bien es cierto que en los diferentes capítulos de nuestra existencia no somos los únicos actores, si somos los protagonistas y los directores de la trama, somos aquellos de quien depende en última instancia todos nuestros resultados.
La alegría no depende de la compañía, sino de mí mismo y mi capacidad para estar bien en cualquier momento, viviendo de la manera más satisfactoria posible.
Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!
miércoles, 22 de agosto de 2012
EL CABALLERO DE LA BRILLANTE ARMADURA (*)

Un caballero de brillante armadura que viaja por la campiña. De repente escucha a una mujer llorar de angustia. En un instante cobra vigor. Apura su caballo y corre hasta el castillo de la dama, donde cae en la trampa de un dragón. El noble caballero saca su espada y mata al dragón. Como resultado de ello, es recibido afectuosamente por la princesa.
Cuando se abren las puertas es bien recibido y festejado por la familia de la princesa y la gente del pueblo. Es invitado a vivir en el pueblo y se lo reconoce como un héroe. Él y la princesa se enamoran.
Un mes después el noble caballero emprende otro viaje. A su regreso escucha a su amada princesa que grita pidiendo ayuda: otro dragón ha atacado el castillo. Cuando llega el caballero saca su espada para matar al dragón.
Antes de blandirla, la princesa le grita desde la torre: “no uses tu espada, usa este lazo corredizo. Funcionará mejor”.
Ella le arroja el lazo y le hace señas para darle instrucciones sobre la manera de utilizarlo. Él la sigue en forma vacilante en sus instrucciones. Lo lanza alrededor del cuello del dragón y luego tira con fuerza. El dragón muere y todo el mundo se regocija.
Durante la cena de celebración el caballero siente que en realidad no ha hecho nada. De alguna manera, por el hecho de haber usado el lazo y no su espada, no se siente muy digno de la confianza y la admiración de la ciudad. Después del acontecimiento se siente levemente deprimido y olvida pulir su armadura.
Un mes más tarde emprende otro viaje. En el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado le pide que lleve el lazo. De regreso a casa observa que otro dragón está atacando el castillo. Esta vez se precipita hacia delante con su espada pero vacila, pensando que quizás tendría que usar el lazo. En ese momento de vacilación, el dragón le echa fuego y le quema el brazo derecho. Confundido, mira hacia arriba y ve a la princesa que le hace señas desde la ventana del castillo: “usa el veneno. El lazo no funcionará”.
Le arroja el veneno, que él vierte en la boca del dragón y este muere. Todos se alegran y celebran, pero el caballero se siente avergonzado.
Un mes después emprende otro viaje. En el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado y que lleve el veneno y el lazo. Él se siente molesto por la sugerencia pero se lo lleva por las dudas.
Esta vez en su viaje escucha a una mujer angustiada. En el momento de precipitarse en su ayuda, su depresión desaparece y se siente confiado y vivo. Pero cuando saca la espada para matar al dragón, vacila nuevamente. Se pregunta: “¿debería usar mi espada, el lazo o el veneno? ¿Qué diría la princesa?”.
Por un momento se siente confundido. Pero entonces recuerda como se había sentido antes de conocer a la princesa, en aquellos días en que solo llevaba espada. Con un estallido de confianza renovada, se desprende del lazo y el veneno y ataca al dragón con su confiable espada. Mata al dragón y el pueblo de la ciudad se alegra.
Por un momento se siente confundido. Pero entonces recuerda como se había sentido antes de conocer a la princesa, en aquellos días en que solo llevaba espada. Con un estallido de confianza renovada, se desprende del lazo y el veneno y ataca al dragón con su confiable espada. Mata al dragón y el pueblo de la ciudad se alegra.
El caballero de armadura brillante nunca regresó a su princesa. Se quedó en esa nueva aldea y vivió feliz por el resto de sus días. Finalmente se casó, pero solo después de haberse asegurado de que su nueva pareja no sabía nada sobre lazos y venenos.
(*) John Gray. Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus, Editorial Océano, 1992.
Desafiando cualquier lógica matemática se utiliza comúnmente una de las ecuaciones preferidas por los enamorados, donde “Uno mas uno es igual a uno” siendo esto según nosotros la prueba resolutoria de un verdadero “compromiso” de amor.
Es así como se funden dos individuos quedando como resultado la total despersonalización de uno de ellos, el cual pasará a ser dominado en su voluntad por el otro, dejando atrás proyectos, metas, incluso sueños, poniendo nuestra vida en manos de ese ser que ha “robado” nuestra voluntad, confiándole cada una de nuestras decisiones, como si al amarles le otorgáramos la sabiduría necesaria para elegir en nuestro lugar.
Es entonces que tal como le sucede al caballero, nuestra armadura (confianza) comienza a oxidarse en la medida que perdemos criterio. Nuestras armas (experiencias previas) pierden su efecto, no estamos seguros de lo que nos conviene, ya que no actuamos sin antes consultarle al ser amado, puesto que ahora tal responsabilidad le pertenece a este.
Pero esta situación no es fortuita, tiene como fin dejarnos libres de la culpa cuando fracasamos en alguna tarea emprendida. El amar a alguien no puede convertirse en una excusa para dejar atrás la responsabilidad por cada una de las acciones que emprendemos en la construcción de nuestra vida, donde los resultados dependerán del como asumimos cada uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día.
El caballero comprendió que ese cómo enfrentarse a las adversidades, solo dependía de él, pues amar a la princesa no era razón suficiente para abandonar sus ideas, deseos o perder su identidad, no le deja inhabilitado para tomar decisiones en pro de su propio crecimiento personal. Más determinante aun, reconoció la importancia del ser aceptado tal como era, prefiriendo incluso terminar una relación nociva antes de perder su individualidad. Es entonces que debemos comprender que uno más uno siempre será igual Dos.
"La Aceptación nos libera de la tentación de cambiar al Otro y nos hace libre también del peligro de ser forzados a cambiar para convertirnos en quien no somos..."
Psic. Denny Ortiz N.
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