lunes, 24 de marzo de 2014

CAMBIA LAS MIGAJAS AFECTIVAS POR LA ABUNDACIA DEL AMOR

¿Has considerado que tu relación de pareja no te entrega lo suficiente y sin embargo te quedas? O tal vez ¿Insistes en permanecer al lado de alguien entregando lo mejor de ti, a la espera que algún día este o esta reconozca tu valor?

Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, es muy posible que te encuentres en un camino donde sigues migajas afectivas, que trae consigo más dolor y sufrimiento que felicidad.

Cabe entonces preguntarse, ¿Qué te hace mantener en ese camino?

En mi exploración personal y recorrido profesional he logrado visualizar que el miedo al abandono, las creencias limitadoras, un pobre autoconcepto, además de una baja autoestima, son las razones más reiterativas para que una persona se sostenga en una relación insatisfactoria.

Para ampliar lo anterior, retomaré una a una las razones antes mencionadas, con el fin de facilitar el entendimiento de cómo estas operan y posiblemente propiciar frente a tu situación, un mayor despertar a la consciencia. 

  • Miedo al abandono: Es evidente que frente a experiencias dolorosas, tendamos a desarrollar mecanismos o comportamientos que nos lleven a evitarlas, solo que algunos de estos suelen ser altamente inefectivos cuando negociamos lo innegociable y cedemos aquello que atenta contra nuestro bienestar, dicho en palabras de Tiba Araujo:

“Los que hemos sufrido el dolor del abandono o desamor en algún momento de la vida (incluyendo la infancia) buscamos con desesperación un amor estable y duradero. El miedo a enfrentar de nuevo el suplicio del abandono nos lleva a negociar nuestra dignidad por migajas de afecto…

  •  Creencias limitadoras: Las creencias generan emociones y las emociones acciones, es entonces que si piensas “por amor se debe sufrir y entregarlo todo”, “no encontraré alguien más que me ame”, “solo te enamoras una vez en la vida”, además de otras ideas limitantes, actuarás conforme a ellas y buscarás experiencias que las refuercen para mantenerte en tu convicción.

  •  Pobre autoconcepto y baja autoestima: El autoconcepto y la autoestima son construidos a lo largo de tu historia de vida, a partir de lo que piensas y sientes acerca de ti mismo. Infortunadamente nuestra cultura nos invita a volcarnos hacia afuera, más que al crear una relación con nosotros mismos. 
Así pues es bien visto, pensar más en los otros, disimular virtudes, evitar el autoelogio, complacer a los demás, y en un intento por “dejar afuera el egoísmo excesivo, no hemos dejado entrar el amor propio” (1)

Frente a este panorama, te planteo algunas herramientas que podrán servirte para construir una nueva senda donde el amor abunde y prospere:

1. Aprende a vivir en el aquí y en ahora, suelta tu pasado y saca de él lo mejor preguntándote ¿para qué a mí?, dejando de lado el ¿por qué a mí?

2. Asume el protagonismo de tu vida, antes de tomar una decisión pregúntate ¿esta alternativa me traerá paz y bienestar?

3. ¡Identifica tus creencias limitantes y replantéalas!, si por ejemplo tienes la creencia “no encontraré alguien más que me ame”, cámbiala por una creencia que te potencie, “en mi vida existen personas que me aman”. Siguiente paso, encuentra experiencias y/o hechos que la sustenten y actúa conforme al nuevo planteamiento.   

4. Visualiza la relación de pareja que te gustaría vivir, aquello en lo que enfocas tu atención, crece y se magnifica.

5. El amor empieza por casa, se flexible contigo, revisa si tus estándares son acordes a la realidad, concédete cumplidos, celebra tus pequeñas victorias, saca tiempo para ti. Ten presente: “Cuando las personas no se consideran dotadas de grandes valores y no tienen vida personal, no se sienten en magnífica compañía consigo mismas" (2)

Eres hacedor y hacedora de tu vida, con cada paso que das tienes la posibilidad de reescribir tu historia y recuerda, solo aceptamos el amor que creemos merecer.


Psic. Carolina Fandiño García

(1) Walter Riso, Aprendiendo a quererse a sí mismo. 1996.
(2) María Cecilia Betancourt, Un amor que sirva o un adiós que libere. 2006.

martes, 5 de noviembre de 2013

MASOQUISMO Y SADISMO MORAL


En esta ocasión contamos con una escritora invitada, la Psicóloga Astrid Sarmiento, quien nos trae una reflexión que invita a vencer el miedo a la libertad. ¡Deseamos les aporte!

“Ella lo vio partir, creía que todo había terminado. Los cuatro años de relación habían sido relativamente buenos, excepto el último, ese fue diferente. Como toda pareja, tuvieron momentos teñidos de felicidad y desazón, fue esa mezcla exacta de la realidad: la conjugación de lo dulce y amargo, de tocar el cielo y el infierno con las emociones alteradas de placer y dolor.  - Nada es perfecto- Pensó.
Con cabeza fría y café en mano recordó aquellos 365 días; un reloj en reversa marcaba 8.760 horas dibujando ante sus ojos el detonante de la separación. Lágrimas recorrían las pálidas y marcadas mejillas de una mujer deshecha; los labios, secos y temblorosos simplemente alcanzaron a pronunciar el eco de un sentimiento ahogado: -¡Lo hice!
Su estómago, como si hospedara abejas asesinas se revolvía de solo pensar en el coraje que alimentó durante ese tiempo, a la vez que un álbum fotográfico plasmaba en la mente sucesos tormentosos en tonos blanco y negro porque así habían sido, experiencias negras llenas de sufrimiento con el débil blanco de una esperanza de cambio. Logró mantener por pequeños instantes aquel ¡Ya basta!
Aclarando mente y garganta ratificó la decisión; sabía que en sus manos estaba la oportunidad de librar la batalla hacia la libertad, pues ya no confiaba en las promesas de aquel que la humillaba, vulneraba y le hacía sentir impotente fingiendo al día siguiente amnesia a conveniencia. Alguno de los dos tenía que cortar aquel cordón umbilical viciado que estrangulaba el amor propio, atándoles insanamente a costa del abandono de la independencia del yo.
Respiró profundo y pensó en su madre, en aquellas enseñanzas sobre el amor eterno y de llevar el yugo a costa de las pruebas que la vida pone en el camino. Sintió algo de pena. -No en vano la sociedad ejerce influencia en los actos personales. Musitó.
Resolvió dejar la mente en blanco arrinconando las recriminaciones al borde de la conciencia, y aunque volvió a experimentar una soledad insoportable y debilitante ya lo había decidido; su voz, entrecortada por el cansancio de una lucha interna expresó otra vez la hazaña: -Esta vez sí que lo hice, de nuevo.”   (Astrid V. S)
El psicólogo Erich Fromm desarrolló una interesante idea en su libro “Miedo a la Libertad” (*): La libertad se relaciona con la noción que tenemos de nosotros como entidades escindidas e independientes del mundo, pero el hombre puede valerse de unos mecanismos para rehuirla pues teme la soledad.
A medida que se crece, se adquiere dicha noción de individualidad, pero se experimenta a la vez un sentimiento de soledad frente a un mundo amenazante que trae consigo responsabilidades y sentimientos abrumadores de duda frente al rol a desempeñar.
Si esa inseguridad prevalece, se renuncia a la libertad positiva donde se establecen vínculos con el mundo desde el afecto y expresión eficaz de sus facultades intelectivas y emocionales por un abandono de la libertad afectando la comunicación entre el yo individual y mundo quedando sumidos en la soledad.
Frente al abandono de la libertad se desarrollan unos mecanismos para soportar esa soledad, ejemplo el autoritarismo, definido como la “tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien, exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece” (Fromm, p.177)
Este mecanismo se expresa en las conductas masoquistas bajo sentimientos de impotencia, inferioridad y dependencia a agentes externos yendo en detrimento de lo que realmente se quiere y en conductas sádicas humillando y sometiendo a conveniencia el objeto de amor, substrayéndole cualidades intelectuales y sensitivas. Ambos, el masoquista y sádico dependen de ese otro para sentirse seguros y reafirmados. Lo anterior lo expresa este ejemplo:
“Un hombre puede dispensar a su mujer un trato típicamente sádico (…) Pero si la mujer consigue reunir bastante valor como para anunciarle que está dispuesta a abandonarlo, el marido (…) rogará que no lo abandone (…) como ella tiene miedo de mantenerse firme, se inclinará a creerle y a quedarse modificando su decisión. Desde este momento la comedia vuelve a empezar.” (Fromm, p. 181-182)
Entonces confrontándonos con lo anterior ¿Evadimos la libertad y al sentirnos solos necesitamos de otro para enfrentar el mundo? Y ¿lo estamos haciendo bajo estos caracteres de sumisión y dominación? Si es así, nuestra relación está construida bajo una simbiosis afectiva (**), una dependencia insana hacia ese otro que creemos no poder abandonar evitando así la trágica soledad. Y es esa trágica y negativa percepción de la soledad la que nos impulsa aferrarnos cueste lo que cueste, diluyéndonos y anulándonos como personas únicas y valiosas.
El temor a sentirnos solos puede conllevarnos a vender nuestra libertad al precio de una relación que no nutre, un amor que como droga brinda una felicidad ilusoria y adictiva destinándonos al eterno retorno. Ciertamente este tipo de relación tóxica torna el vínculo en sufrimiento, un goce que sacrifica la independencia del yo obstruyendo el establecimiento de relaciones sanas y soslayando el desarrollo pleno y satisfactorio necesario para la salud emocional.
Aprender a reconocerse como un ser independiente que no necesita fundirse en otro para dar sentido a la existencia, soltándolo y soltándose uno mismo para fluir como pareja en libertad, garantizarán una relación cimentada en el respeto que deja de lado el sometimiento y humillación que tanto afecta el amor propio y la autoestima de la pareja.
 (*)  FROMM. Erich. Miedo a la Libertad. Argentina: Editorial Paidos.
(**) Secundaria en este caso, en donde la relación de pareja tiende a ser dependiente.

Autora
Psic. Astrid V. Sarmiento                                                                            



miércoles, 9 de octubre de 2013

Prométete a ti mism@...(*)


Ser tan fuerte que nada pueda perturbar tu paz interior.

Hablar de salud, felicidad y prosperidad, con todas las personas que conozcas.

Lograr que todos tus amig@s sientan que hay algo valioso en ellos.

Mirar el lado luminoso de todas las cosas y hacer que tu optimismo se vuelva realidad.

Pensar sólo en lo mejor, trabajar sólo por lo mejor y esperar sólo lo mejor.

Ser tan entusiasta respecto al triunfo de los otros como del propio. Olvidar los errores del pasado y concentrarte en los grandes logros del futuro.

Tener siempre un semblante alegre y dar una sonrisa a cada criatura viviente con la que te encuentres.

Invertir tanto tiempo en tu mejoramiento que no tengas tiempo para criticar a los demás.

Ser muy grande para lamentarte, muy noble para enojarte y muy feliz para preocuparte.

Pensar bien de ti mism@ y proclamarlo al mundo, no en voz alta pero si en hechos concretos.

Vivir en la fe de que todo el mundo está de tu lado mientras seas fiel a lo mejor que hay en ti mism@.



(*) Christian D. Larson, El Credo Optimista.

¡Escucha los susurros de la vida, contienen importantes lecciones y aprendizajes para continuar avanzando en la travesía de existir!

Libertad Emocional 

martes, 1 de octubre de 2013

Expectativas o Realidad

Un niño sintió que se le rompía el corazón cuando encontró, junto al estanque, a su querida tortuga patas arriba, inmóvil y sin vida.

Su padre hizo cuanto pudo para consolarlo: <<No llores, hijo. Vamos a organizar un precioso funeral por el señor Tortuga. Le haremos un pequeño ataúd forrado en seda y encargaremos una lápida para su tumba con su nombre grabado. Luego le pondremos flores todos los días y rodearemos la tumba con una cerca>>.

El niño se secó las lágrimas y se entusiasmó con el proyecto. Cuando todo estuvo dispuesto, se formó el cortejo –el padre, la madre, la criada y, delante de todos, el niño- y empezaron a avanzar solemnemente hacia el estanque para llevarse el cuerpo, pero éste había desaparecido.

De pronto, vieron cómo el señor Tortuga emergía del fondo del estanque y nadaba tranquila y gozosamente. El niño, profundamente decepcionado, se quedó mirando fijamente al animal y, al cabo de unos instantes dijo: <<Vamos a matarlo>>. (*)
  
Hace un tiempo atrás me encontré con este relato que me acercó a una de las razones por las cuales tendemos a sufrir en las relaciones de pareja… las expectativas. Estas que nos creamos en nuestra mente bajo la idea que si la otra persona complace nos traerá la felicidad.

Pero la sorpresa que nos depara la vida es que muchas veces ellas no se cumplen y como resultado nos enfadamos, pues la realidad no coincide con nuestros planes.  

Y entonces ¿cómo hacer para que éstas dejen de estropear nuestra felicidad?

Lo que significó un buen comienzo para mí, fue el entender que soy la encargada de mi felicidad y no es el deber de otro ajustarse a mis deseos para hacer más plácida mi existencia, pues eso implicaría que no estaría aceptando lo que realmente esa persona es o tiene para brindarme, sino que condiciono el afecto al cumplimiento de mis requerimientos.

Por otra parte el comprender que como fui yo quien creó las expectativas, son mi responsabilidad y nadie se encuentra obligado satisfacerlas. Reconozco que las emociones generadas me pertenecen y por tanto está en mis manos volverlas a su cauce.

A su vez entendí que si me encuentro frente a una situación indeseable para mi vida, es mejor retirarme. Renuncié a manipular o presionar a la otra persona para que cambie a mi gusto. Reconozco su ser y entiendo que su camino y actuar es diferente, dejándole ir en un acto de amor, que aporta más a mi vida que el sostener una relación en la que esté presente la insatisfacción.

Al mismo tiempo soy consciente que lo que percibo como rechazos o agravios, está directamente ligado a mis miedos e inseguridades y por tanto la experiencia me está brindando la oportunidad de aprender, crecer y mirar las cosas desde otra perspectiva… una mucho más real.

Y finalmente una renuncia a los aprendizajes por saturación para darle la bienvenida a los aprendizajes por comprensión, los primeros son aquellos en donde tomamos las lecciones cuando estamos colmados, mientras que los segundos son los que con mayor discernimiento y en razón del amor propio basamos las decisiones en pro de nuestro bienestar.

No obstante cada tanto se pierde el rumbo, pero el mantenernos atentos a nuestras acciones y los resultados que estamos generando, nos harán retornar con mayor asertividad al camino del equilibrio emocional.


Cuando en realidad no eres tú lo que me importa, sino la sensación que me produce amarte, estoy más cerca de mis expectativas y próximo al sufrimiento, negándome la aceptación de ese ser verdadero y el disfrute del presente.


Psic. Carolina Fandiño García
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!


(*) Extraído de “La oración de la rana”

lunes, 26 de noviembre de 2012

TE AMARAS A TI MISMO


                                 
“Tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama a tu prójimo, nos predica la Iglesia. Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin embargo es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu felicidad en el momento-presente”. (Wayne Dyer). El amor a los demás está relacionado directamente con el amor que te  tienes a ti mismo”, pero a veces llegamos a suponer que la entrega y rendición total es el mejor camino para demostrar nuestros  sentimientos por el otro.

Quizás en un principio se nos enseño que el hacernos invisibles o simplemente sumarnos a los deseos de aquellas personas que resultan importantes para nosotros, les demostrará lo profundo y honesto de un sentimiento, pretendiendo de esta manera asegurar su permanencia en nuestra vida, utilizándole como una especie de pegamento emocional  que le deja atado  a mí. Esta quimera que ha sobrevivido demasiado tiempo en la memoria colectiva,  se ha convertido en una lección muy bien aprendida y perpetuada,  obteniendo como único resultado el deterioro permanente de cualquier tipo de relación afectiva,  llevándonos así al fracaso de las mismas.

Encontramos que en la teoría del aprendizaje existen diferentes formas de adquirir una enseñanza ,  estableciendo como proceso fundamental para ello la imitación,  entendida esta como la repetición de un proceso observado por el niño, que le llevará a reproducir las normas básicas para desarrollarse en la sociedad a la cual pertenece. Pero ¿qué ocurre cuando estos modelos a imitar resultan nocivos?, ¿Qué sucede cuando estas formas de comportamiento   viciadas dañan su autoestima y confianza?  Los más pequeños suelen imitar las acciones y comportamientos de los adultos ya que nos hemos asegurado  que entiendan “lo correcto es lo dicho por estos” (o al menos eso le hacemos creer).

Es así como en muchas ocasiones y sin proponérselo se envían mensajes indicándoles  un modelo del todo herrado, en el cual su valor como persona será dado por otros,  pues lo que corresponde es complacer a otros (padres, hermanos mayores, tíos, abuelos…. y finalmente pareja), Siendo este el principio de una desacertada vida amorosa, donde muchas veces sacrificamos  el deseo propio para complacer a los demás.

En gran medida este adoctrinamiento comienza en casa, cuando el tutor quizás de manera ingenua, pretende modificar la conducta inadecuada del niño empleando chantajes emocionales con frases desfavorecedoras tales como “si te sigues portando mal, no te voy a querer”, “a los niños malos nadie los quiere”. Este tipo de mensajes resultan devastadores, abrumándoles a tal punto que se  instala en su aparato mental  la nociva percepción de amor = complacencia, resultando de toda esta experiencia un aprendizaje significativo, es decir se convierte en un acto permanente en el cual tenderá a calificarse de acuerdo a la aceptación o rechazo de los demás, siendo  estas ideas normativizadas en su adultez .

Sin embargo dentro de  la teoría del aprendizaje también encontramos  la  Asimilación, la cual considera la posibilidad de un proceso posterior de "olvido", que consiste en la reducción gradual de los significados anteriores. Es decir el “Olvidar” representa la pérdida progresiva de las ideas asimiladas anteriormente (Ausubel). Esto para adquirir un nuevo aprendizaje que remplace al inicialmente impuesto.

Entonces y de acuerdo a esto descubrimos que “Si bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo las aprendiste de la opinión de los adultos, no es cierto que tengas que cargar con ellas para siempre. Sí, es difícil desligarse de las viejas cadenas y limpiar las heridas abiertas, pero es aún más difícil aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental, podrás hacer unas elecciones de amor a ti mismo que te sorprenderán(*)

La idea es construir imágenes mucho más positivas de uno mismo, donde se reconozcan no solo las limitaciones propias del ser humano, si no también el repertorio de fortalezas que se pueden llegar a desarrollar.  El amor a uno mismo quiere decir que te amas a ti mismo; no exiges el amor de los demás. No hay ninguna necesidad de convencer a los demás. Es suficiente contar con la propia aceptación interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista de los demás”. (*)

La meta es enamorarte de la persona más hermosa, más valiosa, más estimulante y atractiva que haya existido jamás: tú


Psic. DENNY ORTIZ N.

(*)Wayne Dyer. Tus zonas erróneas, 2003 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Métodos para Ser Feliz



Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Obsérvalo.)

Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)

Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas.

La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.

Lo importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.

Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.

Cuando somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.

La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar amor-felicidad a manos llenas.

Con sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrás bastante.


Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio.


Extracto del libro:
AUTOLIBERACIÓN INTERIOR
Anthony de Mello

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!

martes, 30 de octubre de 2012

Amor significa Libertad: Romper las cadenas emocionales



El amor tiende siempre a ir más
lejos, pero tiene un límite, el que,
sobrepasado, lo torna en odio.

Simone Weü

En cuestiones de amor y de establecimiento de relaciones, deben de existir límites, donde podamos permanecer sin ataduras ni temores, sin renunciar a nuestro Ser, ni a nuestra libertad.

Es por esto que en esta ocasión, traemos a ustedes un escrito de Jaime Jaramillo (2012), quien aborda el miedo como uno de los factores que inciden negativamente en la relaciones y contribuyen a mantener el sufrimiento estancado.

¡Deseamos te aporte para la construcción de tu Libertad Emocional!

“El verdadero enemigo de las relaciones es el miedo, que nos roba la tranquilidad interior y nos lleva a dejar de ser nosotros mismos para complacer a otros y es allí donde encontramos la tristeza y la soledad. El amor significa libertad.

1
Una pareja de indios que se amaban locamente y tenían mucho miedo de perder ese amor fueron adonde el hechicero de la tribu para que les preparara un bebedizo mágico que les asegurara el amor eterno. El chaman les dijo: “Les puedo preparar esa pócima, pero antes cada uno debe de ir solo a cazar un halcón y un águila, sin hacerles daño y traerlos vivos. La india traerá al halcón y el fuerte joven el águila real”. A la semana los dos jóvenes regresaron, creyendo que esas preciosas aves que habían cazado iban a ser sacrificadas para extraer si sangre y preparar el antídoto mágico, pero para sorpresa de ellos, el anciano aseguró: “Amárrenlas una a la pata de la otra con un lazo de cuero y suéltenlas. La pareja de enamorados obedeció. En medio de la polvareda que hicieron las dos aves, tratando de levantar vuelo, cayeron varias veces al piso y desesperadas por no poder volar libremente, arremetieron violentamente contra ellas a picotazos, lastimándose y haciéndose mucho daño mutuamente. Después de que ellos, aterrados, vieron lo que sucedió, el hechicero expresó: “En el amor no se puede tener al otro amarrado, porque terminarán al igual que estas aves; por eso, no se arrastren por el piso, abran sus alas y vuelen juntos en algunas partes del camino, pero libres como el viento”.

2
No hay nada más frustrante y opuesto al amor que el miedo implacable que invade, destruye y nos roba la paz interior. Es precisamente ese miedo latente al fracaso, a sentirse rechazado o no querido, el que lleva a muchas personas a estados deplorables de mendicidad, haciendo que se arrastren ante el otro. Cuando esto sucede, aquella relación se convierte en un infierno viviente, ya que esa extorsión y manipulación vienen del miedo y no del amor y hace que esa persona termine haciendo cosas que nunca quiso hacer ni decir. Por eso, cuando te sacrificas y dejas de ser lo que eres y complacer a esa persona amada, lo único que encontrarán es sufrimiento.

3
Muchas veces existe tanto miedo a levantar la cabeza y retirarse dignamente de ese campo de batalla, en el que reinan la indiferencia y el desamor, que se prefiere continuar soportando la situación, llegando a un desgaste emocional inmenso, cuando el otro, movido por la culpa y la lástima, sintiéndose extorsionado, empieza a tratar de salir de allí sin ocasionar tanto daño y sufrimiento, llevándolo a jugar ese tire y afloje compulsivo que no hace nada bien. Esto convierte tu vida en una monotonía que te quita tu espontaneidad, la capacidad de crear y disfrutar nuevas situaciones, robándote la alegría y el poder de elegir con libertad lo que quieres.”

¡Te invito entonces a disfrutar de la belleza exótica de la soledad y a no apegarte a nada ni nadie!

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!

miércoles, 10 de octubre de 2012

“Soledad constructiva” una perspectiva diferente a la de “Sentirse solos”

En cuanto escuchamos la palabra soledad, inmediatamente pensamos en fracaso o desesperanza, haciendo lo necesario para abandonar esta experiencia percibida  como nociva, llenándonos de terror que en ocasiones, contribuye a mantenernos en relaciones mal sanas o saltar de una relación a otra. Es entonces que el concepto de soledad nos ha sido propuesto como un estado a evitar y nunca enseñado como un espacio de construcción personal.
De acuerdo con la Psicoterapia Racional Emotiva de Albert Ellis, las emociones que sentimos con respecto a la soledad, no son consecuencia de los acontecimientos que vivimos o las personas con las que tratamos, sino de los pensamientos o ideas que nos formamos a propósito de esos acontecimientos.
Así pues, si cambiamos nuestros pensamientos o conceptos respecto a la soledad, cambiaremos la manera en que la asumimos, donde dejará de ser entendida como la ausencia del otro, para pasar a ser concebida como la presencia de uno mismo.
 En esta línea,  la propuesta de Gloria Mercedes Escobar en su libro Desatando el nudo (2006),  nos  presenta la soledad como un proceso constructivo y de integración con nuestro ser:
“Entre soledad y sentirse solos, la diferencia consiste en los efectos, mientras la primera es constructiva y nos ayuda permanentemente al crecimiento personal, la segunda se convierte en un obstáculo, inclusive, para vivir.
La soledad constructiva hace referencia a la capacidad de estar solo y aprovechar esta condición para estructurarse a sí mismo, conocerse y aceptarse; de esta manera la soledad no es deteriorante. Quien sabe estar solo es quien posee las mejores condiciones para estar y compartir con otros, sin la característica alienante de la dependencia o la necesidad; quien sabe disfrutar de la soledad, se responsabiliza de su propia vida, de sus necesidades y cuando llega a convivir con alguien sabe respetar los límites y los derechos y, al tiempo sabe compartir la intimidad y ofrecer buena compañía.
La persona que ha aprendido a estar sola y a disfrutarlo, yo no se sentirá sola ni siquiera en momentos difíciles; estas personas tienen capacidad para la libertad, se sientes seguras, tienen dominio del ambiente, autoestima elevada, autonomía y, en resumen, una muy buena integración del “yo”, después de haber resuelto las sombras de nuestros procesos vitales.
La soledad es una sensación íntima, propia y profunda de ser uno mismo, inherente a nuestra condición humana y en la cual sentimos, sufrimos, pensamos y decidimos; solos nacemos; solos vivimos y solos morimos.
La cultura y la educación familiar y escolar impartidas, nos hacen percibir la soledad como una condición negativa, desagradable y temerosa; nos enseñan que tiene que ver con falta de algo o de alguien, por eso buscamos compañía sin importar la calidad de la misma; establecemos relaciones inmaduras, justificadas solo por: “te amo porque te necesito” o “te amo porque me amas”. El temor a la pérdida es miedo a la soledad…
…la soledad es constructiva cuando en ella tomamos contacto personal y crecemos en lugar de llenar los vacios y resolver las sombras con el apego a personas, animales, situaciones o trabajo. Experimentar la soledad sin miedo nos ayuda a aprender a raíz de las experiencias y obtener satisfacciones, valor y confianza, respeto a sí mismo y a la vida, aumentando la capacidad de asumir riesgos.
Asumir la soledad como parte fundamental de la vida sin la cual no podemos ser sanos y productivos implica antes de ello realizar una serie de procesos personales que podemos lograr solos o acompañados por un terapeuta; algunos de ellos son:
·         Desmitificar el miedo
·         Aprender a expresar sentimientos
·         Darse cuenta del propio interior y exterior
·         Desarrollar límites
·         Auto responsabilidad
·         Identificar necesidades propias en orden de prioridad y darles solución
·        Aprovechar el tiempo libre para el ocio, la meditación, la relajación, la contemplación, el juego, los paseos
…Cuando no tememos contacto interior, tenemos poca energía  para afrontar el mundo exterior, nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nosotros y nuestro sistema de defensas decae. Esto sólo lo podemos resolver permitiéndonos la debilidad, reconociendo nuestra vulnerabilidad y dejando de escondernos como lo hicimos hasta ahora; así podremos aprender a correr riesgos, a afirmarnos y podremos ser respetados”.
En los procesos de cambio personal se persigue cambiar lo que podemos cambiar y aceptar lo que no podemos cambiar
Psic. Carolina Fandiño G.
Psic. Denny Ortiz N.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Medias Naranjas VS Naranjas Enteras


El origen de la expresión “media naranja” data de la mitología griega, donde el poeta de comedias Aristófanes en la obra de Platón llamada "El Banquete, cuenta que, en un principio, la raza humana era esférica como naranjas, tenían dos caras opuestas sobre una misma cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando.
Pero un día, su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos, por lo que Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con su rayo. A partir de ese momento, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, condenados a buscar entre sus semejantes a su media naranja con la que unirse en abrazos que los hagan más "completos".
Partiendo de esta historia se sentaron algunas de nuestras insanas creencias a cerca del amor. Nos convencimos y aprendimos a sentirnos personas a medias, que necesitan de un otro para dejar de ser una mitad.
¿Pero acaso será cierto esto? ¿Somos solo la fracción de algo, que no será feliz hasta encontrar la parte que hace falta?
Vale la felicidad (no la pena) cuestionarse y pensar si verdaderamente no somos más que medias naranjas, que vagamos por el mundo en busca de nuestra “alma gemela”.
Vale la felicidad, revelarse contra los conceptos afectivos trastornados, socialmente aceptados y aprehender a construir una nueva realidad, en la que nos visualicemos ya como Seres Completos, naranjas enteras capaces de auto-generar nuestro bienestar, sin que este dependa de la presencia de un otro.
En consonancia con ésta premisa, se encuentran los siguientes párrafos de Mario Alonso Madrigal, de su escrito Extrañando a Dina:
“Debo valorar mi propia compañía antes de recibir la de otros, para así no perderme por encontrar a alguien.
Caminaré conmigo a través de mi soledad que en realidad es compañía, y cuando me encuentre acompañado recordaré que siempre estoy solo.
No volveré a confundir compañía con cercanía y mucho menos con felicidad, porque cometería el gran error de ver la soledad como sinónima de tristeza.
Dejaré de considerar la compañía y la soledad como un objetivo o algo a evitar, sino como momentos que la vida me ofrece; con la misma disposición que acepte uno, aceptaré el otro. De esa manera, nadie me engañará brindándome falsa compañía.”
Es entonces, que cuando aprendamos a vernos como personas completas, dejaremos de vincularnos desde el vacío y la necesidad, entenderemos que las relaciones de pareja, no son la fuente para encontrar el amor, sino que son un medio para expresar el afecto que ya existe en nosotros.
El responsabilizarnos de nuestra propia vida y felicidad, nos permitirá asumir la búsqueda de esa media naranja como un viaje interno, una exploración continua que nos llevará al autoconocimiento y al descubrirnos como seres independientes y sanos.
Así pues, el vernos como naranjas enteras será un paso más hacia la Autodependencia, y aunque, parafraseando a Jorge Bucay, si bien es cierto que en los diferentes capítulos de nuestra existencia no somos los únicos actores, si somos los protagonistas y los directores de la trama, somos aquellos de quien depende en última instancia todos nuestros resultados.
La alegría no depende de la compañía, sino de mí mismo y mi capacidad para estar bien en cualquier momento, viviendo de la manera más satisfactoria posible.

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!