“En cierta ocasión, durante una elegante recepción
de bienvenida al nuevo Director de Marketing de una importante compañía
londinense, algunas de las esposas de los otros directores que querían conocer
a la esposa del festejado, le preguntaron con cierto morbo: ¿Te hace feliz tu
esposo, verdaderamente te hace feliz?
El esposo, quien en ese momento no estaba su lado, pero sí lo suficientemente cerca para escuchar la pregunta, prestó atención a la conversación e incorporó ligeramente su postura, en señal de seguridad, y hasta hinchó un poco el pecho, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se había quejado durante su matrimonio.
Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo:
- No, no me hace feliz.
En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado la respuesta de la mujer.
El marido estaba petrificado. No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante para él.
Ante el asombro del marido y de todos, ella simplemente se acomodó enigmáticamente sobre su cabeza su elegante chalina de seda negra y continuó:
- No, él no me hace feliz... ¡Yo soy feliz...!
El hecho de que yo sea feliz o no, no depende de él, sino de mí.
- Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad.
- Yo determino ser feliz en cada situación y
en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de otra
persona, un recuerdo grato de otra cosa o circunstancia sobre la faz de
esta tierra, estaría en serios problemas…”
(*) Anónimo
La felicidad es
un estado que en general nos afanamos por encontrar, persiguiéndola e
intentándola hallar en las personas, los objetos y los éxitos, pero cuando ésta
se hace escurridiza y escapa, quedamos desilusionados
y exhaustos, sin entender muchas veces porque a pesar de nuestros esfuerzos, ésta
no se queda en nuestras vidas.
Es entonces que resignados, nos
convencemos que una vez llegue la pareja o condiciones
apropiadas la dicha será plena.
Sin embargo el
personaje de la esposa en la historia, nos muestra una postura más sana que
podemos tomar frente al tema, y es la posibilidad de asumir la responsabilidad
de optar ser felices, independiente de las personas o situaciones a nuestro
alrededor, siendo decisiva la actitud adoptada frente a cualquier circunstancia
que se presente en nuestra vida.
Desde luego esto
es algo en lo que se debe trabajar, en primer lugar, podríamos dejar de esperar
a que las realidades adversas desaparezcan para entonces ser felices, bajo esta
premisa jamás lo lograremos, pues estas mismas hacen parte fundamental de la existencia
y en muchas ocasiones no depende de nosotros la posible solución, pero si la valiente decisión de no adoptar el
papel de víctimas, si no todo lo contrario, reconocerle y aprender del mismo.
No tiene sentido
el aplazar nuestro Derecho Natural de Ser Felices, para cuando desarrollemos
todos y cada uno de nuestros proyectos o para cuando llegue a nuestras vidas
esa persona indicada, pues somos seres en constante construcción y por lo tanto
variantes en deseos y pensamientos.
Así pues, elije
ser feliz aquí y ahora, comprende que la felicidad no consiste en la
ausencia de problemas, consiste en ejercer la libertad que como seres humanos
tenemos, de asumir la actitud que queremos frente a las circunstancias que se
nos presentan en la vida.
¡Aprende
a bailar bajo la lluvia y encuentra la fuente de la verdadera felicidad dentro
de ti!
Psic. Denny
Ortiz N.
Psic. Carolina
Fandiño G.
ME encantó su nota! si quieren publicarla en una revista de salud dándoles el crédito, háganmelo saber. gracias. Angeles alientolimpio@gmail.com
ResponderEliminarHola Ángeles, mil gracias por tu comentario. Con respecto a tu propuesta te escriberemos al correo que nos dejaste. Saludos grandes!!
ResponderEliminar