lunes, 26 de noviembre de 2012

TE AMARAS A TI MISMO


                                 
“Tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama a tu prójimo, nos predica la Iglesia. Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin embargo es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu felicidad en el momento-presente”. (Wayne Dyer). El amor a los demás está relacionado directamente con el amor que te  tienes a ti mismo”, pero a veces llegamos a suponer que la entrega y rendición total es el mejor camino para demostrar nuestros  sentimientos por el otro.

Quizás en un principio se nos enseño que el hacernos invisibles o simplemente sumarnos a los deseos de aquellas personas que resultan importantes para nosotros, les demostrará lo profundo y honesto de un sentimiento, pretendiendo de esta manera asegurar su permanencia en nuestra vida, utilizándole como una especie de pegamento emocional  que le deja atado  a mí. Esta quimera que ha sobrevivido demasiado tiempo en la memoria colectiva,  se ha convertido en una lección muy bien aprendida y perpetuada,  obteniendo como único resultado el deterioro permanente de cualquier tipo de relación afectiva,  llevándonos así al fracaso de las mismas.

Encontramos que en la teoría del aprendizaje existen diferentes formas de adquirir una enseñanza ,  estableciendo como proceso fundamental para ello la imitación,  entendida esta como la repetición de un proceso observado por el niño, que le llevará a reproducir las normas básicas para desarrollarse en la sociedad a la cual pertenece. Pero ¿qué ocurre cuando estos modelos a imitar resultan nocivos?, ¿Qué sucede cuando estas formas de comportamiento   viciadas dañan su autoestima y confianza?  Los más pequeños suelen imitar las acciones y comportamientos de los adultos ya que nos hemos asegurado  que entiendan “lo correcto es lo dicho por estos” (o al menos eso le hacemos creer).

Es así como en muchas ocasiones y sin proponérselo se envían mensajes indicándoles  un modelo del todo herrado, en el cual su valor como persona será dado por otros,  pues lo que corresponde es complacer a otros (padres, hermanos mayores, tíos, abuelos…. y finalmente pareja), Siendo este el principio de una desacertada vida amorosa, donde muchas veces sacrificamos  el deseo propio para complacer a los demás.

En gran medida este adoctrinamiento comienza en casa, cuando el tutor quizás de manera ingenua, pretende modificar la conducta inadecuada del niño empleando chantajes emocionales con frases desfavorecedoras tales como “si te sigues portando mal, no te voy a querer”, “a los niños malos nadie los quiere”. Este tipo de mensajes resultan devastadores, abrumándoles a tal punto que se  instala en su aparato mental  la nociva percepción de amor = complacencia, resultando de toda esta experiencia un aprendizaje significativo, es decir se convierte en un acto permanente en el cual tenderá a calificarse de acuerdo a la aceptación o rechazo de los demás, siendo  estas ideas normativizadas en su adultez .

Sin embargo dentro de  la teoría del aprendizaje también encontramos  la  Asimilación, la cual considera la posibilidad de un proceso posterior de "olvido", que consiste en la reducción gradual de los significados anteriores. Es decir el “Olvidar” representa la pérdida progresiva de las ideas asimiladas anteriormente (Ausubel). Esto para adquirir un nuevo aprendizaje que remplace al inicialmente impuesto.

Entonces y de acuerdo a esto descubrimos que “Si bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo las aprendiste de la opinión de los adultos, no es cierto que tengas que cargar con ellas para siempre. Sí, es difícil desligarse de las viejas cadenas y limpiar las heridas abiertas, pero es aún más difícil aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental, podrás hacer unas elecciones de amor a ti mismo que te sorprenderán(*)

La idea es construir imágenes mucho más positivas de uno mismo, donde se reconozcan no solo las limitaciones propias del ser humano, si no también el repertorio de fortalezas que se pueden llegar a desarrollar.  El amor a uno mismo quiere decir que te amas a ti mismo; no exiges el amor de los demás. No hay ninguna necesidad de convencer a los demás. Es suficiente contar con la propia aceptación interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista de los demás”. (*)

La meta es enamorarte de la persona más hermosa, más valiosa, más estimulante y atractiva que haya existido jamás: tú


Psic. DENNY ORTIZ N.

(*)Wayne Dyer. Tus zonas erróneas, 2003 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Métodos para Ser Feliz



Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Obsérvalo.)

Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)

Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas.

La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.

Lo importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.

Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.

Cuando somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.

La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar amor-felicidad a manos llenas.

Con sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrás bastante.


Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio.


Extracto del libro:
AUTOLIBERACIÓN INTERIOR
Anthony de Mello

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!

martes, 30 de octubre de 2012

Amor significa Libertad: Romper las cadenas emocionales



El amor tiende siempre a ir más
lejos, pero tiene un límite, el que,
sobrepasado, lo torna en odio.

Simone Weü

En cuestiones de amor y de establecimiento de relaciones, deben de existir límites, donde podamos permanecer sin ataduras ni temores, sin renunciar a nuestro Ser, ni a nuestra libertad.

Es por esto que en esta ocasión, traemos a ustedes un escrito de Jaime Jaramillo (2012), quien aborda el miedo como uno de los factores que inciden negativamente en la relaciones y contribuyen a mantener el sufrimiento estancado.

¡Deseamos te aporte para la construcción de tu Libertad Emocional!

“El verdadero enemigo de las relaciones es el miedo, que nos roba la tranquilidad interior y nos lleva a dejar de ser nosotros mismos para complacer a otros y es allí donde encontramos la tristeza y la soledad. El amor significa libertad.

1
Una pareja de indios que se amaban locamente y tenían mucho miedo de perder ese amor fueron adonde el hechicero de la tribu para que les preparara un bebedizo mágico que les asegurara el amor eterno. El chaman les dijo: “Les puedo preparar esa pócima, pero antes cada uno debe de ir solo a cazar un halcón y un águila, sin hacerles daño y traerlos vivos. La india traerá al halcón y el fuerte joven el águila real”. A la semana los dos jóvenes regresaron, creyendo que esas preciosas aves que habían cazado iban a ser sacrificadas para extraer si sangre y preparar el antídoto mágico, pero para sorpresa de ellos, el anciano aseguró: “Amárrenlas una a la pata de la otra con un lazo de cuero y suéltenlas. La pareja de enamorados obedeció. En medio de la polvareda que hicieron las dos aves, tratando de levantar vuelo, cayeron varias veces al piso y desesperadas por no poder volar libremente, arremetieron violentamente contra ellas a picotazos, lastimándose y haciéndose mucho daño mutuamente. Después de que ellos, aterrados, vieron lo que sucedió, el hechicero expresó: “En el amor no se puede tener al otro amarrado, porque terminarán al igual que estas aves; por eso, no se arrastren por el piso, abran sus alas y vuelen juntos en algunas partes del camino, pero libres como el viento”.

2
No hay nada más frustrante y opuesto al amor que el miedo implacable que invade, destruye y nos roba la paz interior. Es precisamente ese miedo latente al fracaso, a sentirse rechazado o no querido, el que lleva a muchas personas a estados deplorables de mendicidad, haciendo que se arrastren ante el otro. Cuando esto sucede, aquella relación se convierte en un infierno viviente, ya que esa extorsión y manipulación vienen del miedo y no del amor y hace que esa persona termine haciendo cosas que nunca quiso hacer ni decir. Por eso, cuando te sacrificas y dejas de ser lo que eres y complacer a esa persona amada, lo único que encontrarán es sufrimiento.

3
Muchas veces existe tanto miedo a levantar la cabeza y retirarse dignamente de ese campo de batalla, en el que reinan la indiferencia y el desamor, que se prefiere continuar soportando la situación, llegando a un desgaste emocional inmenso, cuando el otro, movido por la culpa y la lástima, sintiéndose extorsionado, empieza a tratar de salir de allí sin ocasionar tanto daño y sufrimiento, llevándolo a jugar ese tire y afloje compulsivo que no hace nada bien. Esto convierte tu vida en una monotonía que te quita tu espontaneidad, la capacidad de crear y disfrutar nuevas situaciones, robándote la alegría y el poder de elegir con libertad lo que quieres.”

¡Te invito entonces a disfrutar de la belleza exótica de la soledad y a no apegarte a nada ni nadie!

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!

miércoles, 10 de octubre de 2012

“Soledad constructiva” una perspectiva diferente a la de “Sentirse solos”

En cuanto escuchamos la palabra soledad, inmediatamente pensamos en fracaso o desesperanza, haciendo lo necesario para abandonar esta experiencia percibida  como nociva, llenándonos de terror que en ocasiones, contribuye a mantenernos en relaciones mal sanas o saltar de una relación a otra. Es entonces que el concepto de soledad nos ha sido propuesto como un estado a evitar y nunca enseñado como un espacio de construcción personal.
De acuerdo con la Psicoterapia Racional Emotiva de Albert Ellis, las emociones que sentimos con respecto a la soledad, no son consecuencia de los acontecimientos que vivimos o las personas con las que tratamos, sino de los pensamientos o ideas que nos formamos a propósito de esos acontecimientos.
Así pues, si cambiamos nuestros pensamientos o conceptos respecto a la soledad, cambiaremos la manera en que la asumimos, donde dejará de ser entendida como la ausencia del otro, para pasar a ser concebida como la presencia de uno mismo.
 En esta línea,  la propuesta de Gloria Mercedes Escobar en su libro Desatando el nudo (2006),  nos  presenta la soledad como un proceso constructivo y de integración con nuestro ser:
“Entre soledad y sentirse solos, la diferencia consiste en los efectos, mientras la primera es constructiva y nos ayuda permanentemente al crecimiento personal, la segunda se convierte en un obstáculo, inclusive, para vivir.
La soledad constructiva hace referencia a la capacidad de estar solo y aprovechar esta condición para estructurarse a sí mismo, conocerse y aceptarse; de esta manera la soledad no es deteriorante. Quien sabe estar solo es quien posee las mejores condiciones para estar y compartir con otros, sin la característica alienante de la dependencia o la necesidad; quien sabe disfrutar de la soledad, se responsabiliza de su propia vida, de sus necesidades y cuando llega a convivir con alguien sabe respetar los límites y los derechos y, al tiempo sabe compartir la intimidad y ofrecer buena compañía.
La persona que ha aprendido a estar sola y a disfrutarlo, yo no se sentirá sola ni siquiera en momentos difíciles; estas personas tienen capacidad para la libertad, se sientes seguras, tienen dominio del ambiente, autoestima elevada, autonomía y, en resumen, una muy buena integración del “yo”, después de haber resuelto las sombras de nuestros procesos vitales.
La soledad es una sensación íntima, propia y profunda de ser uno mismo, inherente a nuestra condición humana y en la cual sentimos, sufrimos, pensamos y decidimos; solos nacemos; solos vivimos y solos morimos.
La cultura y la educación familiar y escolar impartidas, nos hacen percibir la soledad como una condición negativa, desagradable y temerosa; nos enseñan que tiene que ver con falta de algo o de alguien, por eso buscamos compañía sin importar la calidad de la misma; establecemos relaciones inmaduras, justificadas solo por: “te amo porque te necesito” o “te amo porque me amas”. El temor a la pérdida es miedo a la soledad…
…la soledad es constructiva cuando en ella tomamos contacto personal y crecemos en lugar de llenar los vacios y resolver las sombras con el apego a personas, animales, situaciones o trabajo. Experimentar la soledad sin miedo nos ayuda a aprender a raíz de las experiencias y obtener satisfacciones, valor y confianza, respeto a sí mismo y a la vida, aumentando la capacidad de asumir riesgos.
Asumir la soledad como parte fundamental de la vida sin la cual no podemos ser sanos y productivos implica antes de ello realizar una serie de procesos personales que podemos lograr solos o acompañados por un terapeuta; algunos de ellos son:
·         Desmitificar el miedo
·         Aprender a expresar sentimientos
·         Darse cuenta del propio interior y exterior
·         Desarrollar límites
·         Auto responsabilidad
·         Identificar necesidades propias en orden de prioridad y darles solución
·        Aprovechar el tiempo libre para el ocio, la meditación, la relajación, la contemplación, el juego, los paseos
…Cuando no tememos contacto interior, tenemos poca energía  para afrontar el mundo exterior, nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nosotros y nuestro sistema de defensas decae. Esto sólo lo podemos resolver permitiéndonos la debilidad, reconociendo nuestra vulnerabilidad y dejando de escondernos como lo hicimos hasta ahora; así podremos aprender a correr riesgos, a afirmarnos y podremos ser respetados”.
En los procesos de cambio personal se persigue cambiar lo que podemos cambiar y aceptar lo que no podemos cambiar
Psic. Carolina Fandiño G.
Psic. Denny Ortiz N.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Medias Naranjas VS Naranjas Enteras


El origen de la expresión “media naranja” data de la mitología griega, donde el poeta de comedias Aristófanes en la obra de Platón llamada "El Banquete, cuenta que, en un principio, la raza humana era esférica como naranjas, tenían dos caras opuestas sobre una misma cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando.
Pero un día, su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos, por lo que Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con su rayo. A partir de ese momento, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, condenados a buscar entre sus semejantes a su media naranja con la que unirse en abrazos que los hagan más "completos".
Partiendo de esta historia se sentaron algunas de nuestras insanas creencias a cerca del amor. Nos convencimos y aprendimos a sentirnos personas a medias, que necesitan de un otro para dejar de ser una mitad.
¿Pero acaso será cierto esto? ¿Somos solo la fracción de algo, que no será feliz hasta encontrar la parte que hace falta?
Vale la felicidad (no la pena) cuestionarse y pensar si verdaderamente no somos más que medias naranjas, que vagamos por el mundo en busca de nuestra “alma gemela”.
Vale la felicidad, revelarse contra los conceptos afectivos trastornados, socialmente aceptados y aprehender a construir una nueva realidad, en la que nos visualicemos ya como Seres Completos, naranjas enteras capaces de auto-generar nuestro bienestar, sin que este dependa de la presencia de un otro.
En consonancia con ésta premisa, se encuentran los siguientes párrafos de Mario Alonso Madrigal, de su escrito Extrañando a Dina:
“Debo valorar mi propia compañía antes de recibir la de otros, para así no perderme por encontrar a alguien.
Caminaré conmigo a través de mi soledad que en realidad es compañía, y cuando me encuentre acompañado recordaré que siempre estoy solo.
No volveré a confundir compañía con cercanía y mucho menos con felicidad, porque cometería el gran error de ver la soledad como sinónima de tristeza.
Dejaré de considerar la compañía y la soledad como un objetivo o algo a evitar, sino como momentos que la vida me ofrece; con la misma disposición que acepte uno, aceptaré el otro. De esa manera, nadie me engañará brindándome falsa compañía.”
Es entonces, que cuando aprendamos a vernos como personas completas, dejaremos de vincularnos desde el vacío y la necesidad, entenderemos que las relaciones de pareja, no son la fuente para encontrar el amor, sino que son un medio para expresar el afecto que ya existe en nosotros.
El responsabilizarnos de nuestra propia vida y felicidad, nos permitirá asumir la búsqueda de esa media naranja como un viaje interno, una exploración continua que nos llevará al autoconocimiento y al descubrirnos como seres independientes y sanos.
Así pues, el vernos como naranjas enteras será un paso más hacia la Autodependencia, y aunque, parafraseando a Jorge Bucay, si bien es cierto que en los diferentes capítulos de nuestra existencia no somos los únicos actores, si somos los protagonistas y los directores de la trama, somos aquellos de quien depende en última instancia todos nuestros resultados.
La alegría no depende de la compañía, sino de mí mismo y mi capacidad para estar bien en cualquier momento, viviendo de la manera más satisfactoria posible.

Psic. Carolina Fandiño G.
¡Rompiendo Cadenas, Extendiendo Alas!
¡Breaking Chains, Extending Wings!

miércoles, 22 de agosto de 2012

EL CABALLERO DE LA BRILLANTE ARMADURA (*)

Un caballero de brillante armadura que viaja por la campiña. De repente escucha a una mujer llorar de angustia. En un instante cobra vigor. Apura su caballo y corre hasta el castillo de la dama, donde cae en la trampa de un dragón. El noble caballero saca su espada y mata al dragón. Como resultado de ello, es recibido afectuosamente por la princesa.

Cuando se abren las puertas es bien recibido y festejado por la familia de la princesa y la gente del pueblo. Es invitado a vivir en el pueblo y se lo reconoce como un héroe. Él y la princesa se enamoran.

Un mes después el noble caballero emprende otro viaje. A su regreso escucha a su amada princesa que grita pidiendo ayuda: otro dragón ha atacado el castillo. Cuando llega el caballero saca su espada para matar al dragón.

Antes de blandirla, la princesa le grita desde la torre: “no uses tu espada, usa este lazo corredizo. Funcionará mejor”.

Ella le arroja el lazo y le hace señas para darle instrucciones sobre la manera de utilizarlo. Él la sigue en forma vacilante en sus instrucciones. Lo lanza alrededor del cuello del dragón y luego tira con fuerza. El dragón muere y todo el mundo se regocija.

Durante la cena de celebración el caballero siente que en realidad no ha hecho nada. De alguna manera, por el hecho de haber usado el lazo y no su espada, no se siente muy digno de la confianza y la admiración de la ciudad. Después del acontecimiento se siente levemente deprimido y olvida pulir su armadura.

Un mes más tarde emprende otro viaje. En el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado le pide que lleve el lazo. De regreso a casa observa que otro dragón está atacando el castillo. Esta vez se precipita hacia delante con su espada pero vacila, pensando que quizás tendría que usar el lazo. En ese momento de vacilación, el dragón le echa fuego y le quema el brazo derecho. Confundido, mira hacia arriba y ve a la princesa que le hace señas desde la ventana del castillo: “usa el veneno. El lazo no funcionará”.

Le arroja el veneno, que él vierte en la boca del dragón y este muere. Todos se alegran y celebran, pero el caballero se siente avergonzado.

Un mes después emprende otro viaje. En el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado y que lleve el veneno y el lazo. Él se siente molesto por la sugerencia pero se lo lleva por las dudas.
Esta vez en su viaje escucha a una mujer angustiada. En el momento de precipitarse en su ayuda, su depresión desaparece y se siente confiado y vivo. Pero cuando saca la espada para matar al dragón, vacila nuevamente. Se pregunta: “¿debería usar mi espada, el lazo o el veneno? ¿Qué diría la princesa?”.

Por un momento se siente confundido. Pero entonces recuerda como se había sentido antes de conocer a la princesa, en aquellos días en que solo llevaba espada. Con un estallido de confianza renovada, se desprende del lazo y el veneno y ataca al dragón con su confiable espada. Mata al dragón y el pueblo de la ciudad se alegra.

El caballero de armadura brillante nunca regresó a su princesa. Se quedó en esa nueva aldea y vivió feliz por el resto de sus días. Finalmente se casó, pero solo después de haberse asegurado de que su nueva pareja no sabía nada sobre lazos y venenos.

(*) John Gray. Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus, Editorial Océano, 1992.

Desafiando cualquier lógica matemática se utiliza comúnmente una de las ecuaciones preferidas por los enamorados,  donde “Uno mas uno es igual a  uno” siendo esto según nosotros la prueba resolutoria de un verdadero “compromiso” de amor.
Es así como se funden dos individuos quedando como resultado la total despersonalización de uno de ellos,  el cual pasará a ser dominado en su voluntad por el otro,  dejando atrás proyectos, metas, incluso sueños,   poniendo nuestra vida en manos de ese ser que ha “robado” nuestra voluntad, confiándole cada una de nuestras decisiones, como si al amarles le otorgáramos la sabiduría necesaria para elegir  en nuestro lugar.
Es entonces que tal como le sucede al caballero, nuestra armadura (confianza) comienza a oxidarse en la medida que perdemos criterio. Nuestras armas (experiencias previas) pierden su efecto,  no estamos seguros de lo que nos conviene, ya que no actuamos sin antes consultarle al ser amado, puesto que ahora tal responsabilidad le pertenece a este.
Pero esta situación no es fortuita, tiene como fin dejarnos libres de la culpa cuando fracasamos en alguna tarea emprendida. El amar a alguien no puede convertirse en una excusa para dejar atrás la responsabilidad por cada una de las acciones que emprendemos en la construcción de nuestra vida, donde los resultados  dependerán  del como asumimos cada uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día.  
El caballero comprendió que ese cómo enfrentarse a las adversidades, solo dependía de él, pues amar a la princesa no era razón suficiente para abandonar sus ideas,  deseos  o perder su identidad,  no le deja inhabilitado para tomar decisiones en pro de su propio crecimiento personal. Más determinante aun, reconoció la importancia del ser aceptado tal como era, prefiriendo incluso terminar  una relación nociva antes de perder su individualidad. Es entonces que debemos comprender que uno más uno siempre será igual  Dos.
"La Aceptación nos libera de la tentación de cambiar al Otro y nos hace libre también del peligro de ser forzados a cambiar para convertirnos en quien no somos..."

Psic. Denny Ortiz N.

viernes, 3 de agosto de 2012

¿Eres feliz?... (*)


“En cierta ocasión, durante una elegante recepción de bienvenida al nuevo Director de Marketing de una importante compañía londinense, algunas de las esposas de los otros directores que querían conocer a la esposa del festejado, le preguntaron con cierto morbo: ¿Te hace feliz tu esposo, verdaderamente te hace feliz?

El esposo, quien en ese momento no estaba su lado, pero sí lo suficientemente cerca para escuchar la pregunta, prestó atención a la conversación e incorporó ligeramente su postura, en señal de seguridad, y hasta hinchó un poco el pecho, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se había quejado durante su matrimonio.

Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo:

- No, no me hace feliz.

En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado la respuesta de la mujer.

El marido estaba petrificado. No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante para él.

Ante el asombro del marido y de todos, ella simplemente se acomodó enigmáticamente sobre su cabeza su elegante chalina de seda negra y continuó:

- No, él no me hace feliz... ¡Yo soy feliz...!

El hecho de que yo sea feliz o no, no depende de él, sino de mí.

- Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad.

- Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de otra persona, un recuerdo grato de otra cosa o circunstancia sobre la faz de esta tierra, estaría en serios problemas…”

(*) Anónimo

La felicidad es un estado que en general nos afanamos por encontrar, persiguiéndola e intentándola hallar en las personas, los objetos y los éxitos, pero cuando ésta se hace escurridiza y  escapa, quedamos desilusionados y exhaustos, sin entender muchas veces porque a pesar de nuestros esfuerzos, ésta no se queda en nuestras vidas.   

Es entonces que resignados, nos convencemos que una vez llegue la pareja o condiciones apropiadas la dicha será plena.

Sin embargo el personaje de la esposa en la historia, nos muestra una postura más sana que podemos tomar frente al tema, y es la posibilidad de asumir la responsabilidad de optar ser felices, independiente de las personas o situaciones a nuestro alrededor, siendo decisiva la actitud adoptada frente a cualquier circunstancia que se presente en nuestra vida.

Desde luego esto es algo en lo que se debe trabajar, en primer lugar, podríamos dejar de esperar a que las realidades adversas desaparezcan para entonces ser felices, bajo esta premisa jamás lo lograremos, pues estas mismas hacen parte fundamental de la existencia y en muchas ocasiones no depende de nosotros la posible solución,  pero si la valiente decisión de no adoptar el papel de víctimas, si no todo lo contrario, reconocerle y aprender del mismo.

No tiene sentido el aplazar nuestro Derecho Natural de Ser Felices, para cuando desarrollemos todos y cada uno de nuestros proyectos o para cuando llegue a nuestras vidas esa persona indicada, pues somos seres en  constante construcción y por lo tanto variantes en deseos y pensamientos.

Así pues, elije ser feliz aquí y ahora, comprende que la felicidad no consiste en la ausencia de problemas, consiste en ejercer la libertad que como seres humanos tenemos, de asumir la actitud que queremos frente a las circunstancias que se nos presentan en la vida.

¡Aprende a bailar bajo la lluvia y encuentra la fuente de la verdadera felicidad dentro de ti!

Psic. Denny Ortiz N.
Psic. Carolina Fandiño G.

miércoles, 25 de julio de 2012

Los cien días del plebeyo(*)




"Una bella princesa estaba buscando consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban de todas partes con maravillosos regalos: joyas, tierras, ejércitos, tronos... entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riqueza que el amor y la perseverancia.

Cuando le llegó el momento de hablar, dijo: princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Ese será mi dote.

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar: 
- Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba, me desposarás.

Así pasaron las horas y los días. El pretendiente permaneció fuera del palacio, soportando el sol, los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente súbdito siguió firme en su empeño sin desfallecer un momento.

De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa que con un noble gesto y una sonrisa aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas, se hicieron apuestas y algunos optimistas comenzaron a planear los festejos.

Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona salieron a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, pero cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la princesa, el joven se levantó y, sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar donde había permanecido cien días.

Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa: 
- ¿Qué te ocurrió? Estabas a un paso de lograr la meta, ¿Por qué perdiste esa oportunidad? ¿Por qué te retiraste?

Con profunda consternación y lágrimas mal disimuladas, el plebeyo contestó con voz baja:
- La princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor."

Es así como el plebeyo nos deja una gran lección, haciéndonos entender que en una relación sana, debe existir una retribución equilibrada de afecto y compromiso, donde ambas partes se involucren sin ser necesario el sacrificio del bienestar propio en pro de la aceptación del ser amado, pues éste tiene que hacerse merecedor del amor ofrecido.

Está en nuestra manos tomar la decisión, que cada relación de pareja que asumamos en nuestra vida, sea productiva.

(*) Jaime Lopera y  Marta Bernal. La culpa es de la Vaca. Bogotá, Intermedio, 2002.

Psic. Carolina Fandiño G.
Psic. Denny Ortiz N. 

viernes, 20 de julio de 2012

¿Mejor malo conocido que Bueno por conocer?


Este viejo y reconocido refrán encierra una sospechosa verdad, pues muchas relaciones nocivas están basadas en este pensamiento, que analizado de manera concienzuda se podría pensar que describe el temor y la resistencia que presentamos ante la posibilidad de cambio. Muy probablemente porque este implique dejar caer un pesado y viejo  equipaje, que viene cargado de maneras de comportarnos a las cuales ya estamos habituados y aunque a veces del todo innecesarias, nos negamos a dejarlas de lado.   

Es entonces que estos comportamientos inadecuados tienden a surgir cuando elegimos amar a otra persona, pues insistimos en traer al presente las experiencias acumuladas del pasado, poco o nada exitosas, con la intención de hacerlas funcionar en esta nueva oportunidad, convirtiéndose en renovadas expectativas, es decir, en anhelos o deseos frustrados que ahora se transfieren una vez más a quien llama nuestra atención, el cual se escoge (de manera inconsciente) con los mismos patrones de conducta de parejas anteriores, no por casualidad sino por causalidad*, convencidos que en esta ocasión se triunfará.

Así pues, optamos por lo conocido, puesto que nuestro inconsciente supone que no existe otra forma de hacerse, manteniéndonos según esté, en un territorio “seguro”, apegados a sentimientos y emociones conocidas, auto-saboteando cada intento por alcanzar aquello llamado felicidad.

Es así como estas inadecuadas formas de relacionarnos con el otro, brotan de nuestra personalidad con total naturalidad, puesto que nos sentimos más “cómodos” ejecutando los ya estudiados pasos de baile con nuestra pareja, los cuales a pesar de encontrarse enmarcados por el dolor y el sufrimiento, son preferibles a la angustia que provoca lo desconocido e incierto, reanudando entonces lo que se asemeja a una infinita espiral, la cual va reproduciendo dicho dolor una y otra vez en cada intento por iniciar una “historia diferente”, sin hallar ninguna salida aparente, resignándonos a padecer lo ya padecido, siendo “mejor experiencia mala conocida que buena por conocer”.

Muy probablemente lo que nos mantiene anclados a ésta situación,  es el temor a la introspección, es decir indagar, buscar en nosotros mismos y darnos cuenta del verdadero origen del fracaso emocional, el cual se encuentra amarrado a experiencias no resueltas de nuestra niñez, que no logramos conectar con nuestro comportamiento presente.

Queda mucho más fácil culpar a factores externos, declararnos presos del destino, de la mala fortuna, de Dios, de la vida, antes que asumir la responsabilidad y hacernos cargo de ello. Entonces podemos asegurar, que no se trata de buenos por conocer ni de resignarse a padecer malos ya conocidos, se trata de iniciar de manera decida nuestro propio proceso de auto-conocimiento y sanación, solo así  aprenderemos a elegir  nuevas y mejores opciones.

* Causalidad: Relación entre una causa y su efecto.

Autoras

Psic. Denny Ortiz N.
Psic. Carolina Fandiño G.